El B₂O₃ es un óxido de boro conocido desde el siglo XIX, que rara vez se utiliza de manera aislada debido a su carácter ligeramente soluble y su fragilidad. Su verdadera relevancia se manifiesta como componente esencial en vidrios técnicos y cristales especiales, sobre todo en la fabricación de borosilicatos. La industria del vidrio lo incorporó de forma sistemática a partir de principios del siglo XX, al descubrirse que su adición mejoraba notablemente las propiedades mecánicas y térmicas de los vidrios a base de sílice.
El trióxido de boro puro se presenta como un sólido amorfo vítreo, de apariencia blanca y textura dura, con una estructura irregular que le confiere propiedades diferentes a las de los cristales de cuarzo (SiO₂). A pesar de su solubilidad parcial en agua, su uso combinado con otros óxidos lo transforma en un componente estable y químicamente inerte. Cuando se funde con sílice y otros aditivos metálicos, forma redes tridimensionales de vidrio extremadamente resistentes al choque térmico y al ataque químico.
El contenido típico de B₂O₃ en vidrios borosilicatos varía entre el 8 % y el 15 % en masa. En estos materiales, el trióxido de boro se disuelve en la matriz de sílice junto con óxidos como Na₂O, CaO y Fe₂O₃, generando una estructura vítrea homogénea y estable. La presencia de B₂O₃ mejora la tenacidad y la dureza sin comprometer la resistencia a la corrosión, ya que la red resultante es prácticamente insoluble.
El trióxido de boro no suele emplearse puro, pero es la base del vidrio de borosilicato, ampliamente utilizado en aplicaciones que requieren alta resistencia térmica y estabilidad química. Este tipo de vidrio es común en laboratorios, utensilios de cocina sometidos a temperaturas extremas, sistemas de iluminación de alto rendimiento y componentes industriales expuestos a entornos agresivos.
Además, el B₂O₃ interviene en la formulación de esmaltes cerámicos, fibras ópticas especiales y vidrios para la industria electrónica, donde su presencia ayuda a controlar la expansión térmica y a mejorar la durabilidad de los materiales.
El trióxido de boro sigue siendo un material estratégico para la ingeniería del vidrio. Aunque en estado puro tiene una resistencia química limitada, su papel como modificador de red en los borosilicatos lo convierte en un componente indispensable para la fabricación de vidrios técnicos de alta calidad. Su incorporación permite producir materiales ligeros, duros y duraderos, con aplicaciones que abarcan desde el uso doméstico hasta la ciencia avanzada y la industria aeroespacial.