El interés científico e industrial por el carburo de vanadio se consolidó en el siglo XX, a raíz del desarrollo de aceros de altas prestaciones. A diferencia de los carburos de elementos del grupo 4 como el titanio o el circonio, que requieren síntesis independiente a partir de la reducción carbotérmica de sus óxidos, el carburo de vanadio puede generarse directamente en el seno del acero líquido. Esto es posible porque el vanadio posee mayor solubilidad en hierro que otros metales de transición, lo que permite introducir óxidos de vanadio o metal puro directamente en el baño fundido. Durante el proceso de enfriamiento y solidificación, el vanadio presenta gran afinidad por el carbono y se combina con él para dar lugar a carburos intergranulares estables, responsables del endurecimiento característico de los aceros aleados con este elemento.
El carburo de vanadio es metaestable, lo que significa que, en estado puro, puede experimentar transformaciones cristalinas con el tiempo. Sin embargo, este proceso de descomposición resulta extremadamente lento, hasta el punto de considerarse inapreciable en condiciones de uso industrial. Su resistencia a la corrosión es elevada cuando se encuentra en estado puro, aunque su adición a los aceros no genera un aumento significativo de la resistencia frente a agentes corrosivos, sino más bien una mejora notable de la dureza y la tenacidad. Esta combinación de propiedades lo convierte en un componente esencial en metalurgia avanzada, especialmente en aceros de herramienta y aceros rápidos. Una de sus ventajas fundamentales frente a otros carburos metálicos es que facilita los tratamientos térmicos de los aceros al carbono nominales, permitiendo obtener microestructuras más homogéneas y resistentes al desgaste.
El carburo de vanadio tiene un papel clave en la fabricación de aceros rápidos o High Speed Steel (HSS), donde se emplea como refuerzo para incrementar la dureza y la resistencia al desgaste de herramientas sometidas a esfuerzos intensivos. Se encuentra presente en la composición de destornilladores, alicates, sierras, prensas, brocas, cuchillas de corte y tornos, entre muchas otras herramientas que requieren mantener su filo y resistencia mecánica a altas velocidades de trabajo. También se utiliza como dopante en recubrimientos superficiales destinados a mejorar la vida útil de piezas metálicas. Si bien el coste del vanadio es superior al del cromo, lo que limita en parte su uso masivo, su incorporación incluso en pequeñas cantidades confiere mejoras sustanciales a los aceros, justificando su empleo en aplicaciones de alto rendimiento. De este modo, el carburo de vanadio se ha consolidado como un componente indispensable en la metalurgia moderna, combinando la excepcional dureza de los carburos refractarios con la versatilidad que ofrece su compatibilidad con el hierro.