El indio (In), elemento químico de número atómico 49, es un metal de post-transición del grupo 13, conocido por su suavidad, bajo punto de fusión (156,6 °C), y formación de aleaciones eutécticas, algunas líquidas a temperatura ambiente, como el galinstan (con galio, Ga, y estaño, Sn). Con una abundancia de 0,05 ppm en la corteza terrestre, el indio es extremadamente raro, lo que eleva su costo (300–500 USD/kg en 2025) y lo distingue de metales más comunes como el estaño (Sn) o el zinc (Zn). A pesar de su proximidad en la tabla periódica al cadmio (Cd), el indio no comparte su toxicidad significativa ni desempeña un papel biológico conocido, lo que lo hace más seguro para aplicaciones industriales. Su nombre, derivado del color azul “índigo” (del latín indicium), refleja las líneas espectrales azuladas observadas durante su descubrimiento, y no guarda relación con el subcontinente asiático, a pesar de posibles confusiones.
El indio fue descubierto en 1863 por los químicos alemanes Ferdinand Reich y Hieronymus Richter, quienes trabajaban juntos en la Universidad de Freiberg. Mientras investigaban menas de zinc en busca de talio (Tl), Reich y Richter utilizaron espectroscopia de llama para analizar muestras y detectaron un nuevo elemento que emitía un distintivo espectro azul. Richter, quien bautizó al elemento “indio” por su similitud con el color índigo, desempeñó un papel clave en la identificación, ya que Reich era daltónico y no podía distinguir los colores del espectro. Este descubrimiento, publicado en 1863, marcó al indio como uno de los primeros elementos identificados mediante espectroscopia, una técnica pionera en la química del siglo XIX.
Inicialmente, el indio fue una curiosidad científica debido a su escasez y falta de aplicaciones prácticas. No fue hasta el siglo XX, con el auge de la electrónica, que su importancia creció. En la década de 1940, el indio comenzó a utilizarse en aleaciones y recubrimientos, aprovechando su capacidad para “mojar” el vidrio y formar compuestos intermetálicos. En los años 1970, el desarrollo del óxido de indio y estaño (ITO) revolucionó la industria de pantallas y paneles solares, mientras que compuestos como el fosfuro de indio (InP) se volvieron esenciales en semiconductores. Hoy, la producción global (~850 toneladas anuales en 2025), principalmente como subproducto de la minería de zinc en países como China y Canadá, refleja su creciente demanda. La historia del indio, desde su descubrimiento espectroscópico hasta su rol crítico en la tecnología moderna, subraya su transformación de un elemento raro a un material indispensable en electrónica y energía, a pesar de su escasez y alto costo.
El indio (In), elemento químico de número atómico 49, es un metal de transición del grupo 13, conocido por su suavidad, lustre atractivo y aplicaciones especializadas en electrónica, aleaciones y recubrimientos. Con una densidad de 7,31 g/cm³ y una abundancia extremadamente baja de 0,05 ppm en la corteza terrestre, el indio es uno de los metales más escasos, lo que contribuye a su alto costo (300–500 USD/kg en 2025). Su apariencia, con un brillo plateado similar al de los metales del grupo del platino (como el platino, Pt, o el paladio, Pd), lo hace estéticamente atractivo, aunque este lustre puede opacarse con el tiempo si no se protege adecuadamente. Su rareza y propiedades únicas lo convierten en un material valioso, aunque menos conocido que otros metales.
Físicamente, el indio es muy blando (dureza Mohs de 1,5), comparable al talco, lo que permite cortarlo fácilmente con un cuchillo. Es dúctil y maleable, facilitando su conformado en láminas o alambres, y presenta un punto de fusión bajo (156,6 °C), uno de los más bajos entre los metales, solo superado por elementos como el galio (Ga, 29,76 °C) o el mercurio (Hg). Su punto de ebullición es 2.072 °C, y su conductividad eléctrica (1,2 × 10⁷ S/m) es buena, aunque inferior a la del cobre (Cu). La conductividad térmica (82 W/(m·K)) lo hace adecuado para aplicaciones térmicas. El indio forma aleaciones de bajo punto de fusión con metales como el plomo (Pb), estaño (Sn), bismuto (Bi) y galio, algunas de las cuales, como la aleación de galio-indio-estaño (galinstan), son líquidas a temperatura ambiente (~20 °C). Estas aleaciones eutécticas son ideales para soldaduras y aplicaciones de baja temperatura.
Químicamente, el indio es moderadamente reactivo, pero estable en aire seco a temperatura ambiente, formando una capa fina de óxido de indio (In₂O₃) que lo protege parcialmente de la corrosión. No reacciona con carbono (C), nitrógeno (N₂) ni silicio (Si), por lo que no forma carburos, nitruros ni siliciuros estables, una característica que lo distingue de otros metales de transición. Su capacidad para “mojar” el vidrio, formando un compuesto intermetálico en estado líquido, lo hace valioso como sellante en piezas de vidrio, especialmente en electrónica y óptica. El indio es soluble en metales como el plomo, estaño, bismuto y galio, pero no se mezcla fácilmente con metales de transición como el hierro (Fe). Aunque se ha utilizado en joyería por su brillo y maleabilidad, su uso es limitado debido a su costo y escasez. En electrónica, el indio es crucial en compuestos como el óxido de indio y estaño (ITO), usado en pantallas táctiles y paneles solares, y en semiconductores como el fosfuro de indio (InP). A pesar de su toxicidad moderada, inferior a la del cadmio (Cd), requiere manejo cuidadoso. La combinación de su rareza, propiedades físicas y químicas, y versatilidad lo convierte en un material crítico en tecnologías modernas, aunque su escasez limita su adopción masiva.
Resistencia a la Corrosión del IndioEl indio (In), elemento químico de número atómico 49, es un metal de post-transición del grupo 13, caracterizado por su suavidad (dureza Mohs de 1,5), bajo punto de fusión (156,6 °C), y un lustre plateado brillante que rivaliza con el de los metales nobles. Con una densidad de 7,31 g/cm³ y una abundancia de 0,05 ppm en la corteza terrestre, el indio es extremadamente raro, lo que eleva su costo (300–500 USD/kg en 2025). Su resistencia a la corrosión es comparable a la del estaño (Sn), ofreciendo estabilidad en entornos moderados, pero mostrando vulnerabilidad frente a agentes químicos agresivos. Esta combinación de propiedades lo hace útil en aplicaciones como recubrimientos protectores y electrónicos, aunque su comportamiento frente a la corrosión requiere consideraciones específicas.
En condiciones estándar, el indio es estable en aire seco y húmedo, formando una capa delgada de óxido de indio (In₂O₃) que actúa como barrera pasivadora, protegiendo el metal de una oxidación adicional por oxígeno (O₂). En agua dulce, el indio resiste la corrosión de manera efectiva, manteniendo su brillo característico, aunque en agua salada (con cloruro de sodio, NaCl) puede degradarse lentamente debido a la formación de cloruro de indio (InCl₃). Sin embargo, el indio es vulnerable a ácidos. Los ácidos reductores, como el ácido clorhídrico (HCl), reaccionan lentamente, liberando hidrógeno (H₂) y formando compuestos como InCl₃. En contraste, los ácidos oxidantes, como el ácido nítrico (HNO₃), provocan una reacción rápida, disolviendo el metal para formar nitrato de indio (In(NO₃)₃). Los halógenos, como el cloro (Cl₂) o el yodo (I₂), atacan al indio a cualquier temperatura, mientras que las bases fuertes, como el hidróxido de sodio (NaOH), lo corroen en caliente, generando hidroxocomplejos como In(OH)₃.
A pesar de su reactividad en entornos agresivos, el indio se utiliza como recubrimiento en aplicaciones donde su lustre plateado y capacidad reflectante son valorados, como en espejos o componentes electrónicos. Esta capa, aplicada mediante electrodeposición, protege sustratos como el acero, aunque su brillo puede opacarse con el tiempo en condiciones desfavorables, como exposición prolongada a humedad o ácidos. A diferencia del cadmio (Cd), el indio presenta una toxicidad baja, sin riesgos significativos para la salud humana ni el medio ambiente, lo que permite un manejo más seguro en procesos industriales. Su estabilidad relativa en aire y agua, combinada con su capacidad para “mojar” el vidrio (formando compuestos intermetálicos), lo hace ideal para sellantes en óptica y electrónica, como en el óxido de indio y estaño (ITO) para pantallas táctiles. La resistencia moderada del indio a la corrosión, junto con su atractivo estético y seguridad, lo posiciona como un material valioso en aplicaciones tecnológicas, aunque su escasez y costo limitan su uso masivo.
El Indio es el cuarto metal en la escala de los puntos de fusiones más bajos, luego del Mercurio, el Galio y el Sodio (aunque el Sodio es un metal alcalino sin uso estructural). Se utiliza mayoritariamente como componente de aleaciones eutéticas de bajo punto de fusión (Ejemplo: Metal de Field's). Existen otras aleaciones ligeramente inferiores, pero más baratas como por ejemplo el Metal de Rose, el de Woods, etc. Nótese que el Metal de Fields lleva Indio, un metal muy caro en comparación a los ingredientes típicos (plomo, estaño, cadmio, bismuto, etc).
Como alternativa al Mercurio metálico en los termómetros se desarrolló la aleación alemana Galinstan, cuya composición química exacta es desconodida de cara al público, si bien se sabe que consiste de una combinación de Galio, Indio y Estaño (de ahí el nombre: Gal-Gallium, In-Indium, Stan-Stannum (los nombres de los metales en latín, recuérdese: stannum: estaño). Esta aleación es superior a la NaK (aleación de sodio y potasio) debido a que no es tan reactiva, aún así, la presencia de Galio en la mezcla la convierte en una aleación líquida muy “adherente”. Tal como sucede en el caso del Mercurio al “absorber” otros metales, el Galinstan “absorbe” metales como el Aluminio, Plata, etc, con la desventaja extra de que “moja” el vidrio, cosa que el Mercurio no.
El Indio puede mojar el vidrio, pero sólo lo hace en estado líquido. Se puede utilizar como aleante en algunos grados especiales de peltre (aleaciones con base de estaño) para incrementar la resistencia a la corrosión y la fusibilidad, etc. Ya sea en estado puro o aleado, es un excelente metal de soldadura, sobre todo para sellar piezas al vacío, etc. Debido a su habilidad para “mojar” el vidrio, puede usarse en estado líquido para cerrar roturas estructurales o simplemente sellar la pieza en cuestión. Aleado al bismuto le confiere cierta ductilidad. Debido a su compatibilidad con la plata, se puede utilizar como alternativa a la composiciones tradicionales de la plata esterlina (92.5 % plata, 7.5% cobre) para aumentar su resistencia a la sulfatación.