El telurio (Te), con número atómico 52, es un metaloide del grupo 16 (calcógenos), con una densidad de 6,24 g/cm³ y una abundancia de aproximadamente 0,001 ppm en la corteza terrestre, lo que lo hace extremadamente raro. Su característica más distintiva es su capacidad para formar compuestos con el oro (Au), un metal noble que rara vez se combina químicamente, lo que subraya la singularidad química del telurio dentro de su grupo. Descubierto en 1782 por el químico alemán Martin Heinrich Klaproth, el telurio fue nombrado en honor al término latino Tellus, que significa Tierra, reflejando su presencia en minerales terrestres. Este nombre complementa al selenio (Se), nombrado por Jöns Jacob Berzelius en 1817 en referencia a Selene (la Luna en la mitología griega), destacando la relación entre ambos calcógenos del grupo 16.
El telurio se encuentra en minerales como la calaverita (AuTe₂), un telururo de oro, y la silvanita (AuAgTe₄), compuestos notables porque el oro, con número atómico 79, es químicamente inerte y no forma óxidos (como el cobre, Cu, con CuO o Cu₂O) ni sulfuros (como la plata, Ag, con Ag₂S) en condiciones normales. La formación de telururos con oro se debe a la alta masa atómica del telurio (Z=52), que le confiere una reactividad única entre los calcógenos. Mientras que los elementos reactivos a la izquierda del grupo 8 (hierro, Fe) tienden a formar óxidos, y los metales nobles a partir del grupo 8 forman sulfuros o, en el caso del oro, telururos, esta tendencia refleja la relación entre el número atómico del metal y su compañero no metálico: cobre (Z=29) con oxígeno (Z=8), plata (Z=47) con azufre (Z=16), y oro (Z=79) con telurio (Z=52). La calaverita, uno de los pocos compuestos naturales del oro, es especialmente valiosa en minería y estudios geoquímicos.
Aunque conocido desde el siglo XVIII, el telurio no tuvo aplicaciones significativas hasta el siglo XX debido a su rareza y toxicidad moderada. En 2025, su producción global (500 toneladas anuales) se centra en aplicaciones electrónicas, como semiconductores (telururo de cadmio, CdTe, en celdas solares) y aleaciones, donde su costo (50–100 USD/kg) refleja su escasez. La historia del telurio, desde su descubrimiento hasta su asociación con el oro, resalta su singularidad química y su conexión simbólica con la Tierra, complementando al selenio en el grupo de los calcógenos.
El telurio, con número atómico 52, es un metaloide del grupo 16 (calcógenos), con una densidad de 6,24 g/cm³ y una abundancia de aproximadamente 0,001 ppm en la corteza terrestre, lo que lo convierte en uno de los elementos más escasos, una ironía dado su nombre derivado del latín Tellus (Tierra). Aunque puede encontrarse en forma nativa, esta ocurrencia es extremadamente rara, siendo más común en minerales como la calaverita (AuTe₂) o la silvanita (AuAgTe₄). En estado puro, el telurio exhibe un brillo gris metálico, con una apariencia similar al antimonio (Sb), pero su naturaleza blanda (2–2,5 en la escala Mohs) y quebradiza lo distingue, con una resistencia a la compresión baja (2 GPa), haciéndolo fácilmente pulverizable.
Químicamente, el telurio es relativamente inerte en aire seco a temperatura ambiente, formando una fina capa de óxido de telurio (TeO₂) que lo protege parcialmente de la oxidación. Sin embargo, en ambientes húmedos o a temperaturas elevadas, es más reactivo, siendo atacado por ácidos oxidantes como el nítrico (HNO₃) y el fluorhídrico (HF), así como por álcalis fuertes como el hidróxido de sodio (NaOH). Comparado con el arsénico (As) y el antimonio, el telurio es menos resistente a medios corrosivos, lo que limita sus aplicaciones en entornos agresivos. Su conductividad térmica (3 W/(m·K)) y eléctrica (1–10 S/m) es pobre, pero su banda prohibida de ~0,33 eV lo hace valioso como semiconductor en aplicaciones específicas.
El telurio es frágil y carece de robustez mecánica, lo que restringe su uso en estado puro. Sin embargo, su capacidad para formar compuestos con metales nobles como el oro (Au) y su baja toxicidad relativa en comparación con el arsénico lo hacen relevante en aplicaciones especializadas. En 2025, la producción global de telurio (500 toneladas anuales) y su costo (50–100 USD/kg) reflejan su escasez y su importancia en tecnologías como celdas solares y aleaciones, donde su reactividad química y propiedades electrónicas son aprovechadas pese a sus limitaciones mecánicas.
El telurio, con número atómico 52, es un metaloide del grupo 16 (calcógenos), con una densidad de 6,24 g/cm³ y una abundancia de aproximadamente 0,001 ppm en la corteza terrestre, lo que lo hace uno de los elementos más escasos. Su producción global, de unas 500 toneladas anuales en 2025, y su costo (50–100 USD/kg) reflejan su rareza y su uso limitado en aplicaciones industriales. Debido a su fragilidad (2–2,5 Mohs), baja resistencia mecánica (~2 GPa), y reactividad en medios corrosivos, el telurio tiene pocas aplicaciones en estado puro o como compuesto, destacando principalmente en metalurgia y tecnologías especializadas, donde su toxicidad moderada y propiedades químicas únicas son aprovechadas en contextos específicos.
En metalurgia, el telurio se emplea en pequeñas cantidades para mejorar las propiedades de ciertas aleaciones. En aceros al carbono y aceros inoxidables, se añade (0,01–0,1%) para aumentar la maquinabilidad, facilitando el corte y el mecanizado al reducir la fricción y formar virutas más manejables, aunque su uso es limitado debido a su impacto en la tenacidad del material. En aleaciones de cobre (Cu-Te), el telurio (0,5–2%) mejora la resistencia al desgaste y la capacidad de moldeo, siendo útil en conectores eléctricos y piezas de precisión, pero su aplicación es restringida por su costo y la disponibilidad de alternativas como el fósforo (P). En aleaciones de plomo (Pb-Te), el telurio actúa como agente endurecedor, incrementando la rigidez y la resistencia al ácido sulfúrico (H₂SO₄), lo que es valioso en baterías y revestimientos químicos. Sin embargo, su efecto es marginal comparado con el antimonio (Sb) o el bismuto (Bi), que son más comunes y económicos.
Fuera de la metalurgia, el telurio tiene aplicaciones especializadas como compuesto. El telururo de cadmio (CdTe) es un semiconductor clave en celdas solares de película fina, con una banda prohibida de ~1,45 eV que optimiza la conversión de energía solar. También se usa en detectores de radiación infrarroja y rayos gamma, aprovechando su alta sensibilidad a longitudes de onda específicas (1–10 µm). El óxido de telurio (TeO₂) se emplea en cristales acusto-ópticos para dispositivos de modulación de luz, como láseres y espectrómetros. A pesar de estas aplicaciones, el telurio sigue considerándose un elemento exótico, con un uso limitado por su escasez, toxicidad moderada (menos severa que el arsénico, pero aún regulada), y la preferencia por materiales más abundantes como el silicio (Si) o el germanio (Ge). Su capacidad para formar telururos, como la calaverita (AuTe₂) con oro, sigue siendo de interés en minería y geoquímica, pero no se traduce en aplicaciones industriales significativas.