El desarrollo del policarbonato tiene sus raíces en el siglo XIX, aunque su aplicación industrial no se consolidó hasta mediados del siglo XX. En 1898, el químico alemán Alfred Einhorn fue uno de los primeros en sintetizar policarbonatos, aunque no se reconoció su verdadero potencial en ese momento. No fue hasta la década de 1950 cuando dos grandes empresas, Bayer en Alemania y General Electric en Estados Unidos, lograron producir policarbonato a escala industrial con aplicaciones comerciales.
En 1953, el científico Hermann Schnell, trabajando para Bayer, desarrolló un método eficaz de síntesis que permitió producir el material de manera estable y en grandes cantidades. Poco después, en 1958, General Electric introdujo su propia versión comercial bajo la marca Lexan, mientras que Bayer lo lanzó al mercado con el nombre de Makrolon. Desde entonces, el policarbonato ha sido considerado un material estratégico, utilizado tanto en aplicaciones cotidianas como en desarrollos de alta tecnología.
Su éxito radicó en la capacidad de ofrecer una alternativa más ligera y resistente al vidrio, con un plus de seguridad gracias a su elevada resistencia al impacto. Esta característica fue determinante para su expansión en sectores como la construcción y la industria automotriz, donde se buscaban materiales innovadores capaces de mejorar la eficiencia y la seguridad.
El policarbonato se distingue por una combinación de propiedades que lo hacen único frente a otros plásticos de ingeniería. Una de sus características más notables es su alta resistencia al impacto, considerada hasta 250 veces superior a la del vidrio convencional. Esta cualidad lo convierte en un material prácticamente irrompible en condiciones normales de uso, lo que aumenta su vida útil y seguridad en aplicaciones críticas.
A pesar de su resistencia, el policarbonato mantiene una excelente transparencia, alcanzando niveles de transmisión de luz de hasta un 90 %, lo que lo coloca como sustituto directo del vidrio en ventanas, cubiertas, viseras y productos ópticos. Además, es un material con gran ligereza, siendo mucho más fácil de manipular y transportar que el vidrio o los metales, sin comprometer la resistencia estructural.
En términos de comportamiento térmico, el policarbonato soporta temperaturas elevadas sin deformarse fácilmente y mantiene estabilidad dimensional en entornos exigentes. También ofrece buenas propiedades de aislamiento eléctrico, lo que lo hace adecuado en aplicaciones electrónicas y eléctricas. Otra ventaja es su capacidad de ser termoformado y moldeado en diferentes formas y tamaños, lo que amplía su versatilidad en procesos de fabricación.
El policarbonato puede, además, ser tratado con recubrimientos especiales que mejoran su resistencia a los rayos UV y a la abrasión, ya que por sí solo puede volverse opaco con la exposición prolongada al sol. Estas mejoras lo convierten en un material confiable incluso en condiciones climáticas extremas.
Las aplicaciones del policarbonato son amplias y abarcan múltiples sectores debido a su combinación de resistencia, transparencia y facilidad de fabricación. En la construcción, es ampliamente utilizado en cubiertas, láminas traslúcidas, domos, ventanas de seguridad y paneles arquitectónicos que requieren permitir el paso de la luz natural sin sacrificar la protección frente a impactos.
En la industria automotriz, se emplea en la fabricación de faros, parabrisas para motocicletas, viseras protectoras, componentes interiores y elementos que necesitan ser livianos pero resistentes. Su utilización contribuye a la reducción del peso de los vehículos, lo que mejora la eficiencia energética y el rendimiento.
En el sector electrónico y eléctrico, el policarbonato es indispensable en la producción de carcasas para dispositivos, componentes aislantes, conectores, discos ópticos como CD, DVD y Blu-ray, así como en piezas de precisión utilizadas en la fabricación de equipos médicos y de comunicación. Su resistencia al calor y a la electricidad lo convierte en un material seguro y confiable para estas aplicaciones.
La industria de la seguridad también aprovecha el potencial del policarbonato en la producción de escudos, viseras de cascos, gafas de protección, mamparas antibalas y ventanas blindadas, donde se combina su transparencia con su capacidad de absorber impactos de alta energía.
Además, en el ámbito del consumo masivo, se encuentra en botellas reutilizables, utensilios de cocina, lentes oftálmicos y accesorios deportivos. El policarbonato sigue expandiéndose hacia nuevas aplicaciones en campos de innovación como la impresión 3D, la robótica y la energía renovable, especialmente en paneles solares y sistemas de protección de alto rendimiento.