El poliestireno fue sintetizado por primera vez en 1839 por Eduard Simon, un farmacéutico alemán que descubrió accidentalmente el proceso de polimerización del estireno. Aunque en ese momento no se reconoció su importancia práctica, décadas más tarde, con el auge de la industria petroquímica, comenzó a estudiarse con mayor interés.
Fue en la década de 1930 cuando la empresa alemana IG Farben inició la producción industrial de poliestireno, encontrando aplicaciones en objetos de uso cotidiano gracias a su bajo coste y facilidad de moldeo. Tras la Segunda Guerra Mundial, el poliestireno se expandió a nivel mundial, impulsado principalmente por empresas como Dow Chemical, que desarrollaron nuevas técnicas de producción y variaciones como el poliestireno expandido (EPS).
Desde entonces, el poliestireno se ha consolidado como uno de los plásticos más fabricados del planeta y ha tenido un papel fundamental en la modernización de sectores como el embalaje, la construcción y la industria de consumo masivo.
El poliestireno se caracteriza por su rigidez, transparencia y facilidad de procesamiento. Es un material ligero, con buena estabilidad dimensional y una excelente capacidad de moldeo, lo que permite producir objetos de formas complejas con gran detalle. Su bajo coste de producción es otra de las razones por las que se utiliza en gran cantidad de productos de consumo.
Una de sus variantes más conocidas es el poliestireno expandido (EPS), que se obtiene al inyectar gas en el polímero, formando una estructura espumosa ligera y con gran capacidad de aislamiento térmico y acústico. Otra variante es el poliestireno de alto impacto (HIPS), que se logra modificando el polímero con caucho para mejorar su resistencia a golpes y fracturas, haciéndolo adecuado para aplicaciones más exigentes.
A pesar de estas ventajas, el poliestireno tiene limitaciones importantes. Su resistencia mecánica es menor en comparación con otros plásticos de ingeniería, y presenta baja resistencia química frente a solventes orgánicos. Además, su impacto ambiental ha sido motivo de debate, ya que su degradación natural es muy lenta y su reciclaje, aunque posible, no siempre se lleva a cabo de forma eficiente.
Las aplicaciones del poliestireno son muy variadas gracias a sus diferentes formas y propiedades. En el sector del embalaje, el poliestireno expandido (EPS) se utiliza masivamente en bandejas de alimentos, envases desechables, vasos, platos y cajas térmicas debido a su ligereza y capacidad aislante. También es fundamental en el embalaje protector de electrodomésticos y equipos electrónicos, ya que amortigua golpes durante el transporte.
En la construcción, el EPS se emplea en paneles aislantes, bloques y sistemas de aislamiento térmico que mejoran la eficiencia energética de edificios y viviendas. Su capacidad para mantener la temperatura lo convierte en un material ideal para la climatización y la protección frente a cambios ambientales.
En la industria de consumo, el poliestireno rígido se utiliza en la fabricación de juguetes, accesorios de oficina, carcasas de productos electrónicos, utensilios desechables y componentes de mobiliario. La variante HIPS tiene aplicaciones destacadas en electrodomésticos, televisores, refrigeradores y productos que requieren mayor resistencia al impacto.
En el ámbito médico, el poliestireno se emplea en placas de Petri, tubos de ensayo y otros recipientes de laboratorio debido a su transparencia y facilidad de esterilización. Sin embargo, su uso en contacto directo con alimentos y bebidas ha sido objeto de regulación en algunos países debido a preocupaciones sobre la migración de monómeros.