El desarrollo del polifluoruro de vinilideno se remonta a mediados del siglo XX, en el contexto del auge de los polímeros fluorados. Fue descubierto por investigadores de la compañía Pennwalt Corporation (hoy Arkema) en la década de 1940, cuando se buscaban plásticos con mayor resistencia al calor y a los agentes químicos que superaran las limitaciones de otros polímeros convencionales. A diferencia del PTFE (politetrafluoroetileno), que es extremadamente resistente pero difícil de procesar, el PVDF ofreció desde el inicio la ventaja de ser moldeable por inyección y extrusión sin perder sus propiedades clave. Su producción industrial comenzó en los años 60, y rápidamente encontró aplicaciones en sectores como la industria química, la energía y la electrónica de alta precisión. Con el paso del tiempo, los avances en técnicas de polimerización en suspensión y en emulsión permitieron producir grados de PVDF cada vez más puros, con mayor control molecular y mejor desempeño para aplicaciones especializadas.
El polifluoruro de vinilideno es un polímero semicristalino que combina alta resistencia química, excelente estabilidad frente a los rayos UV y notable comportamiento frente a la oxidación. Su resistencia térmica le permite operar de manera continua en un rango aproximado de −40 °C a 150 °C, soportando incluso picos de temperatura más altos sin deformarse. Otra característica destacada es su baja absorción de humedad, lo que lo convierte en un material ideal para ambientes donde la presencia de agua o vapor podría degradar otros polímeros.
En términos eléctricos, el PVDF presenta notables propiedades piezoeléctricas y piroeléctricas, lo que significa que puede generar una carga eléctrica bajo deformación mecánica o variación de temperatura. Esta singularidad lo hace idóneo para sensores, actuadores y dispositivos electrónicos avanzados. Además, su resistencia al fuego y a la corrosión, sumada a su alta pureza, permite su uso en sistemas donde se requiere evitar contaminación química. Su procesabilidad mediante técnicas convencionales como extrusión, moldeo por inyección, recubrimientos y soldadura por termofusión, lo convierte en un material versátil y adaptable.
La combinación de propiedades físicas, químicas y eléctricas hace que el PVDF sea un material muy demandado en industrias de alto valor añadido. En la industria química se utiliza para fabricar tuberías, válvulas, bombas y recubrimientos protectores expuestos a ácidos, bases y disolventes agresivos. En el sector energético, especialmente en energías renovables y almacenamiento de energía, se emplea en membranas para baterías de litio y sistemas fotovoltaicos debido a su pureza y estabilidad a largo plazo.
En el campo de la electrónica y la instrumentación de precisión, el PVDF se utiliza en sensores, transductores y cables de alta especificación gracias a su comportamiento piezoeléctrico y su excelente aislamiento eléctrico. En arquitectura e ingeniería civil, los recubrimientos de PVDF aplicados sobre láminas metálicas garantizan protección frente a la intemperie y un acabado estético duradero, muy apreciado en fachadas y estructuras expuestas. También se emplea en la industria alimentaria y farmacéutica, ya que no libera contaminantes y soporta procesos de limpieza rigurosos.
El polifluoruro de vinilideno ha evolucionado desde un descubrimiento de laboratorio hasta convertirse en un material indispensable para soluciones industriales de última generación. Su historia refleja la búsqueda constante de polímeros capaces de ofrecer mayor durabilidad y rendimiento, mientras que sus características técnicas explican por qué continúa siendo la elección preferida para aplicaciones críticas. Con el crecimiento de sectores como la energía renovable, la electrónica avanzada y la infraestructura de alto nivel, el PVDF seguirá siendo un pilar fundamental en la ingeniería moderna y la innovación tecnológica.