LATÓN


El Latón es técnicamente una aleación de Cobre – Zinc en la que éste último se encuentre en un máximo de 50% en masa. En la práctica, cualquier aleación con base de Cobre en la que el Zinc sea el aleante principal, se puede denominar Latón, incluso si el contenido de Estaño, Aluminio, Manganeso o Silicio también es elevado. 


Breve historia de la aleación

Se conocen objetos de Latón (Cobre + Zinc) desde hace al menos nueve siglos. Las grandes civilizaciones occidentales del pasado (Egipto, Babilonia, Persia, Grecia, Roma) no la llegaron a conocer lo suficiente como para poder distinguirla del Bronce, que se fabricaba con relativa facilidad y cuya composición química era conocida. Se fundía Cobre (o uno de sus minerales) con Estaño metálico (o uno de sus minerales) en un horno hasta que entraban en fusión mediante el proceso de reducción con coque/carbón vegetal. Dada la nobleza de ambos metales era posible meterlos en el horno de forma directa en su forma mineral, Malaquita en el caso del Cobre y Casiterita en el caso del Estaño. Ambos minerales desprendían sus componentes en el momento de la “tostación” de los minerales en el horno, quedando así libres para unirse y formar Bronce. 

El descubrimiento del Latón fue probablemente también accidental. Se cree que justo como en el caso del Bronce alguien mezcló minerales de Zinc con Cobre fundido, obteniendo así la nueva aleación, que cobraría relevancia en la región Arábiga-Persa, y también en la India. Un detalle curioso acerca del Latón es que fue descubierto antes que el Zinc puro. A diferencia de como sucedía con el Bronce, del cual se sabía era la mezcla de dos metales (Cobre y Estaño) en el caso del Latón no se tenía conocimiento de cuál era ese “otro metal” que le proporcionaba sus características. La aleación pudo haber sido descubierta accidentalmente en varios rincones del Mundo más o menos en la misma época, pues se han encontrado piezas metálicas que podríamos considerar “Latones” en lugares como México, Perú, etc... de la época Precolombina, por lo que realmente el descubrimiento oficial de la aleación es desconocido. 

Como ya he dicho se sabe que no fue utilizada hasta bien acabado el período de dominio del Imperio Romano, y si bien se han encontrado algunas piezas de Latón que datan del período de la vieja Roma, se consideran obras puramente “accidentales”; siendo posible encontrar los minerales de Zinc y Estaño en las mismas minas, no sería de extrañar que el artesano que las hubiese fundido las hubiese confundido. No tenía la culpa, era una época en la que no existía ni el Acero más simple. 

Ya en la época Medieval las referencias al “mineral” conocido como Spelter (no confundir con Peltre) o Calamine (en España, Calamina, nombre que se usa aún en algunas circunstancias) se pueden encontrar en algunas referencias literarias, si bien la aleación seguía en pañales, por decirlo de alguna manera. No sería hasta el siglo X aproximadamente que metalúrgicos Hindúes lograsen aislar e identificar el Zinc elemental para su posterior unión al Cobre, formando así el Latón de calidad. No obstante, impera recordar que la diferencia entre este acontecimiento y los previos es que los metalúrgicos Hindúes sabían lo que hacían al mezclar -deliberadamente- el Cobre con el Zinc, pero no se les atribuye el descubrimiento debido a que ya antes se habían producido objetos de esta aleación, si bien de manera inconsciente.

La principal baza del Latón con respecto al Bronce era su apariencia. Estéticamente hablando, el Latón es mucho más atractivo para la mayoría de las personas ya que su lustre recuerda al del Oro, además, el Latón perdía su lustre con más dificultad que el Bronce. Aunque como todas las aleaciones de Cobre forma su propia pátina verdosa con el paso del tiempo (por la sulfatación del Cobre), era (y es) más fácil de mantener que el Bronce, del que se sabe adquiere una Pátina más robusta de color verde con el paso del tiempo. Esta ventaja hace que sea explotado más por su “belleza” que por sus características mecánicas, si bien no quiero decir con esto que sea mecánicamente inservible. Todo lo contrario. 


Bronce vs Latón

Después del Bronce es la aleación cúprica más importante y utilizada del mundo. En algunos países donde el Estaño es más bien escaso o simplemente tiene un precio mucho mayor al del Zinc, el Latón es mucho más popular que el Bronce, tanto así que se llegan a confundir. En Europa y en la mayoría de los países Asiáticos, el Bronce que se utiliza aún a día de hoy presenta la clásica fórmula de base Cobre con entre un 5 y un 22% de Estaño en masa. En países como Estados Unidos o Canadá y algunos de Sudamérica, donde el Estaño es o muy escaso o muy caro, el Latón se considera la aleación principal del Cobre, mientras que el Bronce queda relegado a un papel secundario, por ejemplo, en la fabricación de estatuas o monedas. La confusión es aún mayor si tenemos en cuenta que muchas veces nos encontramos ante aleaciones con base Cobre en la que el Estaño y el Zinc se encuentran en proporciones similares (por ejemplo, Cobre, 90%, Zinc y Estaño 5% cada uno). En estos casos, se puede utilizar tanto el nombre de Latón como de Bronce, sin embargo, es necesario poder distinguirlos: mientras que estéticamente el Latón es preferido al Bronce ya que simula el color del Oro, las propiedades mecánicas, eléctricas y de resistencia a la corrosión del Bronce son superiores a las del Latón, y casi siempre es más caro que éste último, por una sencilla razón: El Estaño es más caro que el Zinc, y el Bronce lleva (típicamente) más Cobre que el Latón, por lo que el Latón es una opción más económica que el Bronce. A nivel histórico el Bronce tiene más recorrido e importancia, basta decir que fue la primera aleación en ser descubierta y ampliamente trabajada por el hombre, incluso hasta nuestros días, no obstante y como ya he expuesto antes, el uso del Latón se ve favorecido en detrimiento del Bronce debido a razones de coste y a su atractiva apariencia dorada que podemos reconocer, por ejemplo, en los instrumentos musicales de viento como trompetas, flautas, tubas, etc. 


Características principales

Aunque las propiedades del Latón cambian según la cantidad de Zinc que lleve en masa y la presencia de otros agentes aleantes, se puede decir que por lo general es una aleación muy maleable y bastante dúctil, si bien estas características dependen de la composición química. Se trabaja con mucha facilidad, y es 100% reciclable. Justo como en el caso del Bronce puede ser moldeada, extruida, maquinada, troquelada, estampada. Es muy “plástica”, se pueden conseguir objetos con una gran finalización y detalles que con otras aleaciones típicamente más rígidas serían imposibles. 

Como ya he dicho, las propiedades de los Latones varían mucho de uno a otro dependiendo de la cantidad de Zinc y la presencia o no de otros aleantes terciarios, como por ejemplo el Níquel o el Manganeso. El Zinc tienda a aumentar la dureza y resistencia a la corrosión del Cobre puro hasta  un 40-45% en masa. Sobre esta cantidad, la aleación deja de ser tenaz, fuerte, y comienza a ganar en fragilidad. Justo como sucede en el caso de todas las aleaciones, el contenido de Zinc varía según las necesidades que se busquen satisfacer. Como es lógico, no es lo mismo un Latón que se use, por ejemplo, para fabricar el marco de un cuadro (como imitación del Oro) que uno usado para fabricar las hélices de un barco, incluso si ambos son estéticamente similares en color, sus propiedades mecánicas varían mucho. En algunos casos se busca resistencia a la corrosión, en otros, maleabilidad, en otros rigidez, en otros dureza, etc... como ve, el estudio del Latón comprende muchos apartados que dependen de su composición química. 

Finalmente y no menos importante, cabe reseñar que algunos Latones pueden ser endurecidos en caliente (como sucede en el caso del Acero) otros en frío (como en el caso del Acero Inoxidable Austenítico) mientras que otros no pueden ser endurecidos térmicamente a ninguna temperatura. La diferencia entre unos y otros es, cómo no, la composición química. 


Termodinámica de la aleación

A diferencia del Bronce “clásico”, los Latones pueden presentar más de una estructura cristalina. La fase alfa del Latón bajo es la misma que la del Cobre puro, Cúbica centrada en las caras (Austenita). Como es de esperar, es algo más dura que el Cobre puro, pero retiene su maleabilidad y ductilidad. Si el contenido de Zinc llega o rebasa el 30% en masa, entonces se produce la formación automática de una segunda fase, esta vez Cúbica centrada en el espacio (Ferrita en el caso del Acero) que como es de esperar, lacra de flexibilidad y ductilidad pero es más dura (resistencia al desgaste) que la Austenita, o fase alfa. También es más rígida. Si el contenido de Zinc se encuentra entre un 30-40%, entonces el Latón será considerado “Dúplex” en el sentido de que parte de su estructura cristalina seguirá siendo fase alfa, Austenita (como en el Cobre puro) mientras que otra parte será beta, es decir, “Ferrita”, aunque es mejor decir Cúbica centrada en el cuerpo o simplemente “fase beta” ya que llamarla “Ferrita” podría llevar a confusiones: el Latón no tiene nada que ver con el Hierro ni sus combinaciones. Es una aleación de Cobre. 

Finalmente, si el contenido de Zinc rebasa el 40% en masa y llega hasta el 45%, entonces el Latón presentará la fase beta completamente. Este tipo de Latones son poco maleables y apenas dúctiles, se explotan en algunos sectores que busquen gran resistencia al desgaste, por ejemplo, en los rodamientos (cojinetes) ya sean de bolas, de rodillos o de agujas. 


Diferencias entre la fase alfa, beta y dúplex del Latón

La fase “Alfa” es más resistente a la corrosión y no presenta el riesgo de la deszinficación. Existe en un 100% en masa siempre y cuando no se llegue al 30% de contenido de Zinc en masa. Es maleable, dúctil, “blanda” y fácil de trabajar incluso por joyeros. Se utiliza para aplicaciones que no exploten tanto sus propiedades mecánicas, sino las puramente estéticas. La combinación Cobre, 75%, Zinc 25% es particularmente popular. 

La fase “Dúplex” del Latón se encuentra a camino entre la Alfa y la Beta en todos los sentidos. Nos la encontramos en Latones en donde coexisten las dos fases principales. Es menos maleable y dúctil que la fase Alfa, pero más dura. Se utiliza mucho en aplicaciones “intermedias” entre aquellas que busquen una atractiva apariencia y otras que -necesiten- de una dureza y rigidez superior. 

Finalmente, la fase “Beta” del Latón es la más dura y rígida de las tres modificaciones. Presenta una estructura cristalina Cúbica centrada en el espacio, justo como en el caso de los metales del grupo refractorio, y también cuatro de los metales de la primera serie de transición (Vanadio, Cromo, Manganeso y Hierro). Curiosamente, el Zinc puro no adopta esta fase cristalina, pero sí la combinación Cobre-Zinc en la que éste último rebase el 45% por peso, en masa. Mientras que esta fase tiene algunas propiedades interesantes que son ventajosas en algunos aspectos, padece en otros sentidos de la excelente fabricabilidad del Latón típico y por encima de todo, presenta el problema, muy poco conocido en el mundo Latino (incluyendo España e Italia) conocido como deszinficación.


Resistencia a la corrosión

El Latón es muy resistente a la corrosión en comparación al Acero común y a los Inoxidables no Austeníticos, particularmente en presencia de iones de Cloro. Después del Cuproaluminio es la aleación de Cobre comercial que mejor retiene su lustre ya que resiste la formación de capas de sulfatos/uros de Cobre mejor que el Bronce, debido a la formación de una película de óxido pasivo de Zinc. Esta capa es también resistente al agua de mar, y por ende a la dulce. Resistente en contacto con alcoholes, lejías, substancias orgánicas (bebidas, comidas), etc. La resistencia -en frío- a los ácidos es moderada, también a los álcalis. Su mejor baza es que retiene su coloración lustrosa mejor que el Bronce pero puede sufrir en condiciones agresivas. Impera recordar que el Zinc es un metal que se encuentra en el fondo de la llamada “serie galvánica” que mide la “nobleza” de los metales, por lo que a pesar de su apariencia “dorada” no se fíe usted y no exponga la aleación en contacto con ácidos poderosos como el Clorhídrico, el Nítrico, Sulfúrico, etc. 

A propósito de las series galvánicas, lea a continuación un epígrafe en el cual le enseño uno de los grandes problemas del Latón en el sentido de la resistencia a la corrosión.


El problema etimológico de la “deszinficación”

Antes que nada, permítame que le aclare que no tengo claro yo, a pesar de mi destreza ya demostrada con la Lengua Castellana, si es éste y no otro el término aprobado por la RAE para describir el fenómeno que padecen algunas Latones en los que se manifiesta la pérdida progresiva del Zinc pobremente disuelto en la masa con base de Cobre. Como sabrá a estas alturas, el 98% (y estoy siendo generoso) de lo que sé de los metales lo he aprendido de fuentes escritas en el idioma Anglosajón, donde se denomina “dezincfication”. Yo mismo, en un humilde intento de enriquecer la valía de mi libro, he tenido la osadía de traducirlo al Castellano como deszinficación. “Des” para algo que se marcha, algo que se elimina o en este caso, que desprende. Zinficación para aludir al Zinc, o Cinc, para los puristas. Llámese deszinficación, descinficación o dezinficación, en cualquier caso, es lo mismo: un fenómeno desagradable que ocurre en los Latones donde el Zinc se encuentra en un contenido particularmente alto (sobre el 40% - fase Beta). 


¿Qué es la “deszinficación”?

La deszinficación es el proceso en el cual el Zinc (a nivel granular) desprende del Cobre y se disuelve, formando así poros en la superficie del metal. Esto sucede porque dado el potencial galvánico de este metal, que es extremadamente bajo (similar al Magnesio, un metal alcalino), el Zinc comienza a “sacrificarse” como cátodo en una reacción química que tome lugar en presencia de un medio electrolítico. Esto ocurre debido a que el Cobre puede disolver sólo un porcentaje limitado de Zinc antes de perder su estructura natural más estable, la Cúbica centrada en el cuerpo. Cuando el Zinc se encuentra en exceso, éste comienza a formar compuestos intermetálicos de tamaño microscópico en lugar de soluciones sólidas con el Cobre que retengan su fase alfa, por lo que en contacto por ejemplo, con agua de mar (agua salada) durante períodos prolongados de tiempo, comienza a desprenderse de la pieza, empieza a “migrar” en forma de nódulos de tamaño reducido que básicamente se traducen en la formación de porosidades en la masa metálica. Le pongo un ejemplo práctico, intente visualizarlo. 

Ya en la época en la que el Latón reemplazó al Bronce por cuestiones principalmente económicas (o por falta de Estaño) por ejemplo, en los primeros años de Estados Unidos, el diseño de las hélices para barcos de vapor de gran calado de este país y otros como Inglaterra o Alemania, se descubrió pronto que el Zinc en exceso comenzaba a formar poros (“picaduras”) en las alas de las hélices, fragilizándolas. Es como pasar de una pieza maciza, sólida, a un queso o a una esponja. La presencia de poros es bien conocida desde los primeros siglos de la Edad de Bronce, sólo que en éste caso no se deben a un problema de oxidación localizada, sino de corrosión galvánica. Es un problema frecuente entre los Latones con elevado contenido de Zinc y Plomo. La presencia de otros aleantes puede favorecer su aparición o por el contrario, contrarrestarla. El mejor metal para evitar dicho proceso físicamente degradante es el Estaño. Cantidades tan discretas como un 1% disuelto en masa estabilizan la solución Cobre-Zinc, evitando la deszinficación. Usted pensará: “bueno, y si el Estaño no es tan caro, ¿porqué no añadirlo en una dosis mayor, para mayor seguridad?” también yo me preguntaba lo mismo. Resulta que el precio y escasez del Estaño en algunos países del primer mundo hacen que sea inaccesible. Por ejemplo, no sería tan caro fabricar la campana de una Iglesia de, digamos dos toneladas. Bueno, sí, tendría un precio elevado, pero mucho menor al de una campana de Bronce clásico. Ahora imagínese que estamos construyendo un barco de grandes dimensiones. Pues bien, en caso de optarse por el Latón en lugar de Bronce para la fabricación de las hélices nos encontraríamos ante piezas sujetas al problema de la deszinficación. No importaría si el fabricante usara Bronce para fabricar sus hélices, pero, ¿y si usase Latón? Pongamos que cada hélice pesa cincuenta kilogramos y la fórmula química de la aleación utilizada lleva un 1% de Estaño en masa para evitar la deszinficación. Pues bien, eso serían 500 gramos de Estaño. No parece mucho. Bien. Ahora piense en la producción en cadena de miles de unidades en algún país que no tenga reservas de Estaño. ¿Lo entiende ahora? Las aleaciones comerciales están diseñadas para satisfacer una necesidad con los “ingredientes” mínimos en el orden jerárquico, es decir, usamos los metales más baratos en la medida de lo posible sin perder la calidad. Los Latones han reemplazado al Bronce durante años en muchos tipos de navíos, pero en ningún caso es “superior” a éste en términos de resistencia a la fatiga, resistencia a la corrosión galvánica y a la formación de microorganismos (parásitos) metalófagos sobre su superficie. 


Aplicaciones típicas del Latón

Se explota por dos razones. La primera y quizás más relevante es su apariencia estética: recuerda al Oro de baja ley. Se utiliza para fabricar objetos ornamentales como vasijas, platos, marcos de cuadros, pasamanos, pomos de puerta, embellecedores en múltiples sectores: automovilismo, marina, arquitectura. Por su color dorado como subtituto del Oro a nivel “cuasi” simbólico en el sistema monetario internacional, etc. En realidad, casi cualquier objeto “de calidad” de color dorado suele ser Latón o al menos un “capado” de esta aleación. Le pongo algunos ejemplos mundanos: la montura de unas gafas de sol, los remaches de una maleta “de empresario”, pines para la corbata, estampación de placas commemorativas, etc. 

La segunda y más importante razón de su uso desde la perspectiva del mecánico, artesano, joyero, etc, es su excelente fabricabilidad, maleabilidad, ductilidad, durabilidad y facilidad de obtención. Es una aleación no-tóxica, absolutamente reciclable, relativamente fácil de obtener, por ejemplo, cuando uno se propone empezar un proyecto creativo personal, como por ejemplo el fundido a la cera perdida de una estatua o la manufactura de una pulsera femenina. En la mecánica pura y dura se utiliza debido a su bajo coeficiente de rozamiento, que se traduce en una gran auto-lubricidad, necesaria e incluso diría que indispensable para algunas aplicaciones clave como en la industria alimenticia o en las fábricas textiles: la combinación Acero-Acero es perjudicial en el sentido del contacto directo, pongamos por ejemplo un reloj de grandes dimensiones cuyos engranajes son todos de Acero/Hierro, el rozamiento de las piezas degrada sistemáticamente a todas las que entren en contacto entre sí, por lo que el uso del Latón es beneficioso. Al “resbalar” mejor ante el contacto del Acero prolonga no sólo la vida de la pieza Ferrosa sino también la del propio Latón. Este es el motivo por el cual incluso a día de hoy la mayoría de los fabricantes de relojes de alta gama siguen utilizando aleaciones de Latón para la manufactura de las piezas internas de la caja. Incluso los relojes de Oro de mediados del siglo XX, hoy en día muy caros y coleccionables, estaban construidos con Latón en lugar de Oro, contrariamente a lo que muchas personas que conozco piensan.  


La aleación más “musical” de todas

El Latón es apreciado como la aleación más usada en la fabricación de instrumentos musicales desde los tiempos de los más grandes compositores de la historia (Mozart, Beethoven, etc). Con ella se fabrican toda clase de instrumentos musicales dado que es fácil de moldear y puede trabajarse fácilmente mediante el método de batido (martilleando la pieza para darle la forma deseada) se consiguen con ella toda clase de instrumentos de viento, platillos de batería, bongs, campanillas de todos los tamaños, diapazones, etc. Incluso las cuerdas de los instrumentos de esta familia son fabricados con Latón: guitarras acústicas (españolas), eléctricas, violines, etc. Virtualmente todas las piezas metálicas de color dorado de los instrumentos musicales (sean o no fabricados en metal) se funden en Latón por su atractiva apariencia, por ejemplo, en los remaches de algunos instrumentos, partes de apoyo y aquellas en las que van dispuestas las piezas metálicas que ayudan a reforzar la estructura de madera del instrumento. 

El sonido del Latón es agradable en comparación a otros metales más baratos como el Aluminio o el Acero Inoxidable, también es mejor que la madera aunque su sonido no llega, como es de esperar, a la calidad de la Plata ni mucho menos el Oro. No es simplemente una cuestión de “caché”, sino por el peso del instrumento en cuestión: la masa del mismo cambia el tono producido por el artista. Es por esto que para grandes campanas (como las de una Iglesia) se sigue prefiriendo el Bronce, ya que al tener más Cobre tiene también mayor masa, luego transmite el sonido con mayor profundidad a expensas de una rápida decoloración del Bronce inicialmente rojizo que va adquiriendo una pátina verde con el paso del tiempo, y cuya aparición es inevitable. En el caso del Latón, se recubre la pieza con una capa protectora muy leve que no “mancha”, normalmente de aceite mineral o un barniz que lo protege de la corrosión, dicho lo cual y si usted acaba de leer esto sepa desde ya que cada vez que vea a un trompetista ya sea en una banda de salsa o bien a el instrumentista más refinado de una agrupación musical de alto nivel sepa usted que sus bien preciados tesoros musicales de color “Oro” están recubiertos de una capa de grasas/sebo/aceite muy leve que prolonga la vida útil del objeto. Larga vida a la música, que es el combustible del alma. 


Aleación para monedas

El Latón es la aleación ideal para monedas: se fabrica con facilidad, es más barata que cualquier otra combinación con base de Cobre, e imita a nivel simbólico al Oro, ya desplazado del sistema monetario debido a su elevadísimo precio e inflación. Se lleva utilizando el Latón como metal para monedas desde hace al menos cinco siglos en la periferia Occidental (incluyendo el Nuevo Mundo). Tiene todas las ventajas del Bronce en este sentido, con el añadido de una mayor facilidad de estampación y atractivo estético. A día de hoy es, junto al Cuproníquel y el Cuproaluminio, la aleación para monedas más popular, con diferencia. Ya lo era en los tiempos de la antigüa Peseta Española (ocasionalmente apodadas rubias por su coloración) y lo sigue siendo en las monedas de 10, 25 y 50 céntimos de Euro. 


El Latón en Joyería de perfil bajo (Bisutería)

Se utiliza, cómo no, por su apariencia dorada. En bisutería “comercial” es extremadamente popular en todos los continentes y países del mundo, y no tan barata como la gente piensa en un principio. Se fabrican argollas, anillos, pulseras, tobilleras, pendientes de todo tipo, colgantes, y más raramente, cadenas. El porqué no es muy popular para fabricar cadenas se debe a dos motivos básicos: aunque es dúctil, el proceso para fabricar los eslabones a mano es muy arduo y no compensa, y segundo y más importante, las cadenas son las joyas que más “sufren” a nivel químico ya que se usan en la zona del cuerpo que normalmente exhuda más sudor, y cuando digo sudor no me refiero a una sóla substancia en específico sino a una amplia gama de ellas que una vez entran en contacto con la aleación comienzan a degradarla, por ejemplo, arrebatándole su brillo inicialmente atractivo. Cabe reseñar que el Latón recién fundido parece una aleación de Oro, pero pierde su color rápidamente, dependiendo de la fórmula química que lleve. 


Efectos de aleantes terciarios en un Latón típico de composición básica Cobre – Zinc 

(La omisión de ciertos elementos químicos frecuentes en el mundo del Acero como el Carbono, el Cromo o el Molibdeno obedece al hecho de que este tipo de elementos no forman aleaciones ni compuestos reconocibles y/o útiles en la familia de las aleaciones con base de Cobre, en este caso, los Latones.)


Aluminio

Se añade para incrementar la resistencia a la corrosión y la tenacidad. Como desoxidante puede emular el papel del Manganeso. Dependiendo del objetivo que se busque satisfacer, se añade en pequeñas o grandes dosis. Entre un 0.1 y un 0.6% aproximadamente se añade como desoxidante. Entre un 3-10% se añade para mejorar la resistencia a la corrosión, aunque si el contenido de Aluminio es peculiarmente alto (digamos 5%) entonces no será técnicamente un “Latón” sino un Cuproaluminio o simplemente una aleación de Cobre. El Aluminio es barato y se puede mezclar con facilidad pero se usa poco ya que debido a su naturaleza (su radio atómico es muy pequeño) afecta notablemente la estructura cristalina del Latón, por lo que muchas empresas no se “atreven” con el. 


Silicio

Se añade como desoxidante y más raramente para buscar un aumento de la tenacidad y la resistencia a la corrosión del Latón. Es más frecuente en otras aleaciones de Cobre, como el Cuproaluminio o el propio “Bronce al Silicio”.


Magnesio

Muy raro de encontrar, aunque se utiliza a veces, normalmente lo encontramos como impureza. Se usa como desoxidante en ocasiones especiales. No es que no produzca un efecto beneficioso sino que simplemente es más caro que el Aluminio y no lo aventaja en calidad como aleante. 


Manganeso

Tiene múltiples efectos beneficiosos. Es un desoxidante poderoso, reduce el tamaño del grano, aumenta la tenacidad y dureza, etc. Se utiliza como dopante en la mayoría de Latones. Es un metal importante en la industria de las aleaciones con base de Cobre.


Fósforo

Desoxidante. Virtualmente, todos los Latones lo llevan en al menos un 0.1% debido a sus propiedades desoxidantes y a su precio accesible.


Hierro

Aunque el Hierro es más frecuente en el Cuproaluminio y se encuentra más como impureza que como elemento aditivo, forma parte de algunos grados de Latón en los que se busque un aumento de la tenacidad, rigidez y dureza. Junto al Níquel (nunca en solitario) se añade a la mezcla Cobre-Zinc para buscar estabilizar una fase cristalina u otra, dependiendo del resto de aleantes presentes en masa. 


Níquel

Muy importante en los Latones y el resto de aleaciones de Cobre. Tiene múltiples efectos beneficiosos, de ahí el elevado precio del metal. En cantidades pequeñas (digamos un 2-4%) favorece la estructura alfa del Latón (Austenita) en compañía del Hierro; aumenta la tenacidad y la dureza, también la rigidez estructural, alarga la vida útil de la pieza. En cantidades mayores (mínimo 10%) dejamos de hablar de “Latón” y comenzamos a hablar de Platas alemanas, también llamadas Alpaccas, Alpacas, Platas de hotel, Platas de imitación, etc. Muy importante recordar que la combinación Níquel – Cobre – Zinc pertenece a la familia de las Alpacas (Platas alemanas) y no a los Latones. Un “Latón blanco” es una Alpaca. Por otra parte, la combinación Cobre – Níquel sin Zinc se llamda Cuproníquel. En cualquier caso, son tres familias distintas de aleaciones de Cobre. 


Estaño

Para evitar la llamada “deszinficación”, se añade en un mínimo de un 1% en masa. Aumenta la resistencia a la corrosión (particularmente a la corrosión galvánica en presencia de Acero) y también la tenacidad. 


Plomo y Bismuto

Ambos se agregan por la misma razón, aunque el contenido de Plomo es típicamente mucho mayor. Ninguno de estos metales es soluble en Cobre, pero sí en Zinc (al menos parcialmente). Forman “virutas” intergranulares que se funden en el momento en el que la pieza, normalmente de rodamientos o cualquier otra aplicación que implique contacto directo contra otro metal (normalmente Acero) por sus propiedades auto-lubricantes. Otra ventaja es que aumentan la maquinabilidad del Latón, por ejemplo, cuando vamos a crear una pieza usando una troqueladora o una fresa. El Plomo es de particular importancia ya que en algunos Latones puede llegar al 20% en masa, lo cual es mucho que decir. Este tipo de Latones se utilizan más por sus propiedades auto-lubricantes que favorecen la velocidad de trabajo de la máquina al reducir el coeficiente de rozamiento metal-metal. En un sentido más vulgar, hace que “resbale” mejor. Esto es muy beneficioso por ejemplo, cuando hablamos de un eje de Acero y un rodamiento con anillas de Latón. La resistencia a la corrosión de los Latones al Plomo es similar a la de un Latón típico pero aquellos con un contenido de Bismuto tan discreto como un 0.5% presentan una mejor resistencia a la corrosión. 


Resistencia a la desintegración por parte de organismos marinos

Como en el caso del resto de aleaciones con base de Cobre el Latón es un material inatacable por parte de organismos metalófagos (elementos que se nutren literalmente de piezas enteras de metales como el Acero). Este fenómeno se conoce en inglés como Biofuling, y es muy peligroso, por ejemplo, en el caso de los barcos, cuyo fondo se construye típicamente con Acero recubierto de algún otro material que prolongue su vida útil. Lo que sucede en el caso del Acero/Hierro es que es un metal sujeto al desgaste por la formación parasitaria de microorganismos marinos sobre su superficie que se adhieren a ella para, literalmente, devorarlo. Esto no pasa con las aleaciones con base de Cobre, que no sólamente no se ven degradadas por estos agentes biológicos sino que de hecho, los matan, lo cual nos lleva al segundo punto.


Material anti-microbiótico. Aplicaciones en medicina

Aunque el Latón nunca se ha usado en el cuerpo de manera directa (por ejemplo, para un implante), sí se ha utilizado para la fabricación de muchas piezas que deben tener la propiedad beneficiosa del Cobre consistente en aniquilar parásitos, virus y bacterias que se peguen a su superficie. El Cobre “mata” diversas formas de vida a nivel microscópico, por lo que su presencia en hospitales en forma de pomos de puerta, pasamanos, bases para las balanzas utilizadas para pesar al paciente etc, se emplea no ya por su color dorado, sino por el hecho de que no permite el desarrollo de bacterias sobre su superficie, gracias al Cobre. 


Curiosidades cinematográficas

¿Ha visto usted alguna película de Romanos? Sí, sí, hablo de esas en las que salen gladiadores y soldados de las afamadas legiones Romanas. Le voy a pedir una cosa, ¿vale? Piense en el peto (armadura del pecho) de los soldados... ¿de qué color es? Exacto. Parece Latón, ¿a que sí? Lo curioso es que el Latón, como ya sabrá a estas alturas si es que se ha leído el capítulo entero, es que los Romanos NO conocían/dominaban la aleación en aquella época. La confusión arraiga debido al hecho de que Hollywood empleó el Latón (más barato que el Bronce y parecido a éste último) como alternativa más barata para la producción en masa de armaduras que se ajustasen a las medidas de cada actor. Otro ejemplo famoso es la película de 300, donde los escudos y casos presentan este color. En cualquier caso, sepa usted que esto es una equivocación. En aquella época, virtualmente todas las armaduras (fabricadas típicamente con un Bronce de Cobre 90%, Estaño 10%) eran de color rojizo o rojo mate (dependiendo del grado de oxidación) y más raramente, verdes o al menos con manchas verdosas fruto de la corrosión característica del metal rojo. Desde ya, deje de pensar en los soldados griegos y romanos en color dorado, piense en ellos con el color del Bronce. 

Cabe destacar, no obstante, que en ocasiones especiales como en el caso de los centuriones o el propio Emperador, los petos se fabricaban con una aleación de Oro con Cobre, bastante más dorada (como es de esperar) que el típico Latón. Sin embargo, estos petos sólo se utilizaban en ocasiones especiales como por ejemplo al entrar victoriosos a la ciudad luego de haber ganado una batalla, o simplemente en el momento de una concentración militar importante. Un peto de Oro macizo sería poco práctico en combate ya que se trata de un metal muy endeble y pesado (casi el doble que el Plomo). Mi profesor de Latín, un gran hombre sabio, tenía un casco (yelmo) espartano (o romano, no recuerdo bien) en su despacho. Se trataba obviamente de una réplica (al menos eso pienso), pero era evidentemente de Bronce, no de Latón. Nunca le llegué a preguntar su historia. Espero que se encuentre bien.