HIERRO
Nombre: Hierro
Símbolo: Fe
Grupo: 8
Período: 4
Bloque: d
Categoría: Metales de transición
Número atómico: 26
Masa atómica: 55,845 u
Electrones por capa: 2, 8, 14, 2
Electronegatividad: 1,83
Densidad: 7,874 gr/cc
Punto de Fusión: 1538ºC
Punto de Ebullición: 2861ºC
Conductividad Térmica: 79 W (m·K)
Conductividad Eléctrica: 1 × 10^7 S/m
Orden Magnético: Ferromagnético
Estado Ordinario: Sólido
Estados de Oxidación: -4, -2, -1, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Dureza Mohs: 4
Dureza Vickers: 608 MPa
Dureza Brinell: 490 MPa
Isótopos más estables: Fe-54 (5,85%), Fe-56 (91,75%), Fe-57 (2,12%), Fe-58 (0,28%)
Descubridor: Se conoce desde la Antigüedad
Es el metal más importante de todos y el elemento más importante de la Tabla Periódica en todo lo relativo a lo estrictamente material, a pesar de que también es importante desde el punto de vista biológico. Decir “metal” es decir Hierro: el color gris “metálico” que aparece en todos los libros de reseñas donde no se especifica de qué metal en concreto se habla obedece al simple hecho de que se está hablando de Hierro, tal es así que en algunas situaciones, se usan ambos términos de forma intercambiable. Ésto es sólo una de las primeras señales de la importancia del elemento.
Es el metal más abundante del planeta Tierra, es más, si analizáramos la Tierra como si fuera un huevo cocido (huevo duro o pasado por agua, según el país) y lo cortásemos por la mitad veríamos que el núcleo y el manto interno se componen casi íntegramente de Hierro. Es el elemento más abundante, al peso, del planeta en el que vivimos, y también en los otros tres “planetas rocosos” (Mercurio, Venus y Marte). También es el más abundante en los satélites con composición interna similar a la de la Tierra, como lo es la Luna o los satélites de Marte, Júpiter, Saturno (ejemplo: Titán, Europa). También se encuentra en cantidades relativamente grandes en el Sol, ya que aunque no llega al 1%, la masa de ésta estrella es tan grande que ese 1% se traduciría en miles de millones de toneladas cúbicas al cambio en nuestros registros.
Es el metal más abundante de todo el Universo Observable y el elemento con el que termina el proceso de “quema del Silicio” en las estrellas masivas.
Sus núcleos (especialmente los isótopos Fe-56 y Fe-58) tienen la fuerza de unión nuclear más altas (junto al isótopo de Níquel, Ni-62) de todos los isótopos estables conocidos, y son virtualmente perfectos.
El Hierro es sintetizado de forma “indirecta” en las estrellas con masa suficiente como para llegar a quemar hasta la última fase de captura de catorce núcleos alfa (átomos de Helio) que resulta en la producción del isótopo radiactivo Ni-56 que decae en Co-56 y finalmente en Fe-56 en apenas tres meses (o menos, dependiendo de las circunstancias). Ergo, la producción del isótopo Fe-56 es, a pesar de ser el resultado de la desintegración de dos nucleos inestables, el punto final de la síntesis nuclear en las estrellas antes de la Supernova.
Física o mecánicamente (como gustes mirar), es el metal más completo, no excede en nada, pero cumple con creces en todo. Es barato, fácil de trabajar (actualmente), resistente, reciclable y muy polivalente: ningún metal tiene más usos ni tan variados como el Hierro.
Desde la Antiguedad ha sido apreciado, quizá en menor medida que los metales de la familia del Cobre ya que el Hierro nunca ha sido considerado (porque no lo es) un metal precioso, pero antes incluso de ser domado en la fragua era apreciado ya que se obtenía directamente de meteoritos. En muchas culturas de los cinco continentes (o seis, si incluimos las zonas heladas) el Hierro adquirió un valor místico ya que “provenía del cielo”. Esto es literalmente cierto, aunque sería injusto decir que los demás metales no vienen también del cielo; la diferencia es que el Hierro, en compañía de cantidades menores de Níquel, es el metal más abundante en los meteoritos que caen actualmente en la Tierra. Aproximadamente 1 de cada 10 meteoritos es metálico, es decir, está formado por una aleación natural de Hierro-Níquel que recibe el nombre de Kamacita o Taenita dependiendo de la concentración de Níquel, a partir del 20-25% se considera Taenita, pero la Kamacita es mucho más abundante.
Elementos como el Rodio, Rutenio, entre otros metales del grupo del Platino y muy especialmente el Iridio aparecen en forma de trazas en éstos meteoritos, cantidades inferiores al 0,02% sólo observables mediante escaneos de espectrometría de masas dan validez a ésta realidad. Ésto sugiere, a la vez, que el núcleo del planeta sea rico en éstos metales considerados preciosos o “nobles” que son tan escasos en la corteza terrestre.
La historia del Hierro es la historia de la Humanidad, de su progreso imparable y su condición de especie dominante. Mediante el Hierro han matado y han sido muertos cientos de miles o millones, pero tantas vidas ha segado como otras mejorado, también. Sin él no tendríamos Acero, viviríamos en condiciones de semi-animalismo, privados de todas las ventajas de las que gozamos hoy en día y no tenemos en cuenta porque somos incapaces de mirar muchas veces más allá de nuestra propia nariz, o bien encoger los hombros, en acto de soberbia, ya que como hemos nacido con un mundo adaptado a nuestra especie por mérito de quienes nos anteceden no tenemos, muchas veces, la capacidad de apreciar lo que se ha hecho, construido, para la mejoría de una calidad de vida que depende hasta el día de hoy, y seguirá dependiendo, de muchas cosas, sí, donde el principal actor es el Hierro.
Breve historia del metal
Se conoce el Hierro desde hace por lo menos cuatro milenios antes de Cristo. Los primeros trabajos del metal son irónicamente los que han llegado en mejores condiciones hasta nuestros días debido a que se trabajaba con Hierro procedente de meteoritos, es decir, Hierro nativo, con la ventaja de que dicho Hierro contenía la cantidad suficiente de Níquel para resistir mejor la oxidación. Éstos dos metales son tan semejantes entre sí que de hecho aparecen juntos de manera elemental formando aleaciones naturales. El Hierro puro es menos reactivo que aquel que contiene impurezas, pero es muy raro y no le da tiempo a mantenerse en estado elemental para ser trabajado, salvo si contiene Níquel, como acabo de decir. Por éste motivo, las piezas más antiguas de Hierro de las que se tiene constancia son en realidad Hierro “meteórico” con cantidades de Níquel que oscilan entre un 5 y un 60% (en casos excepcionales). El Hierro fraguado sin Níquel es posiblemente casi tan viejo como el de origen meteórico, pero dado que se oxida tan facilmente no ha llegado hasta nuestros días. Incluso los artefactos de Hierro de la “Era vikinga” (siglos X-XIII aproximadamente) se encuentran muy mermados en comparación a piezas, también metálicas, hechas con Cobre, Plata, Oro o bien aleaciones de éstos metales (también aparece Estaño y Plomo).
De los llamados “siete metales” de la Antiguedad, el Hierro es el más reactivo y difícil de trabajar, por lo que es el que encontramos en menor cantidad. No obstante, se estima que su uso sea más antiguo de lo que en teoría se tiene establecido como fecha más remota hasta el día de hoy, en cualquier caso y por motivos lógicos, su uso no es anterior al del Cobre, Plata, Oro, Estaño y Plomo dado que estos cinco elementos no solamente aparecen nativos, si no que tienen puntos de fusión relativamente bajos y pueden ser trabajados con facilidad.
La “Edad de Hierro” comienza en la antigua Sumeria, desde donde se expande al este de cara a la India, Mongolia, China y Japón, mientras que de cara al oeste se interna rápidamente en los actuales países árabes, la antigua Persia (actual Irán), Turquía, Grecia, Roma, Iberia, Britania, Galia, Germania y Escandinavia. El Hierro fue descubierto de forma independiente en cada región de Eurasia en fechas muy separadas entre sí, pero el trabajo y refinamiento del metal, o sea la técnica para manipularlo con mayor soltura procede también de Sumeria, desde donde se expande de este a oeste y llega rápidamente a Occidente y Oriente extremo. Algunas culturas pasaron de la piedra al Hierro directamente, mientras que otras nunca llegaron a trabajarlo en cantidades significativas. La “cultura del Hierro” es tan importante desde el punto de vista estratégico (produce mejores hojas y puntas de lanza que las antiguas de Bronce) que se desarrolla especialmente en Siria y reinos adyacentes que actualmente corresponden a los territorios que componen el núcleo de las naciones musulmanes en Oriente Medio, desde donde pasa a Occidente (Europa) a través del Mediterráneo. El conocimiento del trabajo del metal es especialmente grande, como herencia cultural, en algunos sitios como Damasco, incluso hasta la Baja Edad media (el acero “árabe” tenía enorme popularidad debido a su buena calidad). También en la comarca de Toledo, España, el trabajo del Hierro es tan excelso que se logra Acero de gran calidad durante los ocho siglos de ocupación musulmana en la Península Ibérica, ya que toma lo mejor del concimiento arábigo de capitales (Emiratos) como el Córdoba y los traslada y adopta para la cristiandad de Iberia. En Europa central el desarrollo de la siderurgia es especialmente notable en las provincias germanas, que lo “domestican” y usan en gran medida desde antes de la Edad Media fijada a fecha de la Caía del Imperio Romano (quien usó espadas de Hierro/Acero sólo en sus últimos siglos de existencia). El Acero moderno se haría de esperar, en cantidades masivas como lo tenemos hoy en día, hasta la Revolución Industrial acaecida en Inglaterra y Alemania (principalmente), que ha sido responsable del desarrollo económico de estas dos potencias Europeas incluso hasta nuestros días, y el verdadero motivo de riqueza y prosperidad en ambas naciones que comparten ciertos rasgos culturales entre sí. Nada de filósofos, químicos, poetas, escritores (y yo soy novelista y lo digo), biólogos, et cétera. Hierro. Es así de simple, aunque no te lo digan en la escuela.
Voy más allá: hasta cuando España dejó de ser la primera potencia mundial, el uso del Acero a gran escala no se había implementado todavía. Lo que permitió a Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia (en menor medida) y los países nórdicos/escandinavos colocarse a la par o superar al Imperio Español (tal es el caso de Inglaterra y Alemania) en términos de riqueza fue precisamente la capacidad de producir Acero de calidad a tropel: da ventaja en la guerra y en la paz. Armas, barcos acorazados, ferrocarriles, máquinas de vapor, et cétera. No es que en España, Francia o Portugal (las antiguas grandes potencias) no usaran o fueran incapaces de producir Acero de calidad, la diferencia radica en el volumen que eran capaces de producir. Regiones de la España como Euskal Herria con su apuesta por los grandes hornos (siderurgia) son la raíz o el tuétano del hueso que responde a la pregunta de porqué algunos tienen mejores condiciones en la Península que otros, aunque me muelan a palos por decirlo, es la verdad. Lo mismo pasó en su día en Japón, a pesar de que el método original era chino, fue en las islas donde se perfeccionó y elevó a otro nivel.
Fíjate si miento, que exactamente detrás de la industria petrolífera se encuentra la de la siderurgia (fabricación del Acero) en términos de cantidad de capital producido de forma anual. En su día, la siderurgia competía con las empresas del Carbón vegetal (que lo vendían como combustible) a la que finalmente superó, y seguramente lo haga con la petrolífera si se encuentra una alternativa más económica al petróleo y sus derivados. Puedes reemplazar el Carbón, el Petróleo, y sí, también el Acero, pero ningún material a tan bajo precio cumple tan bien como éste último.
Por si todavía te quedan dudas de la importancia de la industria siderúrgica, te diré que en tanto Inglaterra y Alemania apostaron por ella se fortalecieron a tal punto que incluso después de dos Guerras Mundiales siguen a la cabeza de Europa, mientras que en Estados Unidos, desde la revolución automovilística impulsada por Henry Ford (que hizo accesible el coche inventado por Daimler/Benz cuando hasta entonces era una máquina de lujo) fue durante años el “brazo fuerte” de la industria americana, considerada actualmente y con razón la más importante hasta nuestros días, si bien actualmente el peso de la industria del Acero en Estados Unidos no tiene ni de lejos la importancia que tuvo a principios del siglo XX.
Actualmente la industria electrónica (no confundir electrónica con eléctrica) parece estar pujando fuerte por colocarse entre las primeras, y posiblemente así sea dentro de algunas décadas si no lo está ya, pero en escencia, la “Edad metálica” en la que vivimos sigue siendo, te sorprenda o no, la del Acero, y temo que ni yo ni mi generación verá un relevo, aunque más tarde hablaré de eso. Me gusta decir que conocemos el pasado, vivimos en el presente y teorizamos sobre el futuro. No es una gran frase, pero en su simplicidad dice tres verdades innegociables.
Diferencias entre Hierro, Acero y Acero Inoxidable
A una persona con conocimientos mínimos no me hace falta preguntarle, porque imagino que lo sabe, pero, ¿podría todo el mundo responderme con certeza de qué color es el Hierro metálico? Lo cierto es que hice el experimento, y la mayoría dijeron... negro.
Esto se deba probablemente a que lo que tienen conocido como “Hierro” les sea familiar de usos típicos de la Fundición y el Hierro dulce como la fabricación de verjas (rejas en Iberoamérica), clavos oxidados, tapas de alcantarilla, esculturas, puentes, raíles de ferrocarril, locomotoras (antiguas), sartenes, hornos, palas, cuchillos, et cétera. Básicamente, todo lo que hemos visto desde que somos pequeños.
Lo cierto es que el Hierro no es negro, ni rojo, ni marrón, si no de color gris sumamente atractivo (se ha comparado al del Platino puro) con la salvedad que lo pierde rápidamente, ergo el “Hierro” que conocemos está siempre (o casi siempre) corroído, de manera natural (oxidación) o deliberada (pavonado, fosfatado), pero sí, el Hierro puro es exactamente eso, el metal por definición, de color gris (puede decirse que presenta una tonalidad levemente “azul” dependiendo de la luz). No obstante, la diferencia entre el Hierro y los Aceros no tiene nada que ver con ésto. De momento, quedémonos con el hecho de que el Hierro puro (sin corrosión) es de color gris metálico.
El Acero es una aleación de Hierro con Carbono y terceros elementos (uno que aparece siempre es el Manganeso) y en menores cantidades, el Silicio. El Acero normal NO es Inoxidable. El problema con la diferenciación del Hierro y el Acero es que normalmente llamamos “Hierro” a lo que es Acero normal y a lo que no, mientras que llamamos “Acero” al Acero Inoxidable.
El Hierro es un elemento de la Tabla Periódica. Aunque es difícil, se puede obtener en grados de alta pureza (>99,999% Fe) y tiene propiedades muy distintas en estado puro a sus aleaciones. Sólo se llama “Hierro puro” al Hierro verdadero, con un porcentaje de pureza mínimo de 99,999%. Esta pureza sólo se consigue bajo circunstancias especiales y es muy cara (Hierro electrolítico): se vende aproximadamente al mismo precio que la Plata esterlina, gramo por gramo.
El Acero es toda aquella combinación (aleación/mezcla) de Hierro y Carbono donde el contenido del último esté entre un 0,002 y 2,14%. Menos de 0,002% de Carbono, o lo que es lo mismo, >99,998% de Hierro se considera Hierro puro. Más del 2,14% de Carbono ya no es Acero, si no Fundición.
La Fundición no es Hierro puro ni Acero, si no una saturación de Carbono parcialmente disuelta en el Hierro. Curiosamente, muchos objetos/piezas/herramientas, especialmente aquellas que son antiguas, están hechas de Fundición, y sin embargo se les llama “Hierros” cuando en realidad están más cerca del Acero que del Hierro puro. Pero repito, no son Aceros.
Finalmente, el Acero Inoxidable es toda aquella aleación con base de Hierro en la que el Cromo está presente en un mínimo de 10,5% en masa. Menos del 10,5% de Cromo no se considera Inoxidable (aunque sea bastante resistente a la corrosión) mientras que el tope de la cantidad de Cromo no está regularizada salvo en el caso de que la cantidad de Cromo exceda a la cantidad de Hierro, por ejemplo, en aleaciones especiales como Cr95Fe5 donde el Hierro aparece en un 5%. Tampoco son Aceros Inoxidables aquellas aleaciones donde el % de Cobalto o Níquel sean iguales o superiores (de forma separada o sumándolos) a la cantidad total de Hierro, tal es el caso de las súper-aleaciones de Cobalto, Níquel y Cobalto-Níquel que contienen un alto % de Hierro (normalmente 20-25%).
Llamar “Hierro” al Acero y “Acero” al Acero Inoxidable, sin especificar, no constituye ningún delito ni yo quiero ser pesado o dar la sensación de ser purista con éstos temas. Tú llámales como desees, faltaría más, lo que sí quiero, mediante mi libro, es que si estás dispuesto a aprender (en caso de que antes no supieras) seas consciente a partir de ahora de las diferencias entre cada caso. Por el momento, hablaré del Hierro elemental, como vengo haciendo hasta ahora con todos los elementos, y más tarde de sus aleaciones más importantes.
Características del Hierro
Todo lo que sigue a continuación sólo es válido para el metal con pureza de 99,999% o superior
El Hierro es un metal de transición de color gris metálico, no muy brillante. A diferencia del Cobalto, el Níquel, el Iridio, Titanio, Tantalio, et cétera, carece de cualquier “tinte”: es escencialmente de color gris metálico sin tonalidades rosas, doradas o azules, como en casos previamente mentados.
Es un metal maleable y dúctil, con una dureza media (4 Mohs) que en estado puro se mantiene en aire seco, aunque no eternamente o sin mantenimiento. Se ha dicho en más de una ocasión que si consiguiéramos Hierro de altísima pureza (>99,9999%) éste no se oxidaría, lo cual es rotundamente falso: es un metal reactivo, no tanto como los que le preceden en número atómico, pero lo suficiente como para formar herrumbre (óxidos de Hierro, típicamente Fe2O3 “Hematita” y Fe3O4 “Magnetita”) con facilidad a una velocidad relativamente rápida. Si hay vapor de agua/humedad o agua líquida propiamente dicha, entonces formará hidróxidos en lugar de óxidos anhídricos. Se pueden distinguir fácilmente dado que la los anhídricos son rojizos-marrones o directamente, negros, mientras que los hidróxidos presentan colores más vivos.
Los colores que produce el Hierro al combinarse típicamente se encuentran entre el amarillo, pasando por el naranja, luego el rojo carmín, marrón (“carmelita” en Iberoamérica) y finalmente negro, dependiendo de si hay Hidrógeno o no, el color depende del ambiente, ya que cambia el estado de oxidación y la composición química de la herrumbre.
Físicamente es el metal más completo de todos: maleable y dúctil, pero tenaz (resistente a los impactos), conductor decente del calor y la electricidad, medianamente rígido, fácilmente soldable y reciclable.
Una característica única del metal es que es extremadamente sensible a los aleantes con los que se mezcla. Me explico: entre un Bronce con % de Estaño de 8 y 10 hay menos diferencia entre un Acero con 2 o 4% de Manganeso (por ejemplo). Ésto se puede resumir diciendo que cantidades absurdas en su pequeñez son capaces de alterar las propiedades físicas del metal puro en tal grado que el Hierro puro, inicialmente “blando” es capaz de endurecerse hasta tal punto de alcanzar el nivel 7 en la escala de Mohs, o ser tan rígido como para superar la barrera de 2000 Mpa en las escalas Vickers y Brinell. Así mismo, es tan alterable como ningún otro elemento: se obtienen aleaciones más maleables que el Hierro puro y otras tan frágiles que serían incapaces de ser trabajada a golpe de martillo sin fracturarse.
Otra propiedad del Hierro que comparte con tan sólo otros tres elementos de los 94 de la Tabla Periódica es su naturaleza ferromagnética: es atraído por campos magnéticos, y con el tratamiento adecuado, puede magnetizarse, aunque por poco tiempo.
Es capaz de disolver pequeñas cantidades de Carbono sin llegar a formar Carburos auténticos binarios como los de Cromo, Wolframio, Titanio, et cétera, con lo cual sirve de matriz ideal para contener dicho compuesto. También es de los pocos elementos capaces de disolver Grafito puro sin llegar a combinarse con el.
El Hierro provoca chispas mediante fricción. Tiene un coeficiente de rozamiento alto, por lo que las piezas fabricadas con aleaciones en la que es el componente principal requieren del uso de lubricantes para evitar que se desgasten entre sí al contacto. Ésto no ocurre, o mejor dicho ocurre en menor grado con aleaciones con base de Cobre.
Es un oligoelemento, es decir, se trata de un elemento escencial para la vida. Su afinidad por el Oxígeno se encuentra lo suficientemente equilibrada como para unirse y separarse del mismo formando largas moléculas orgánicas donde su átomo es irreemplazable.
Resistencia a la corrosión
El Hierro puro presenta una resistencia a la corrosión prácticamente idéntica a la de los Aceros comunes, salvo que en su caso es algo mayor. En estado puro es no-inflamable, no-volátil, pero fácil de corroer. Se corroe en presencia de agua, incluso en formas no concentradas (condensadas más propiamente dicho), como el vapor o la humedad. Al aire seco es estable, pero muy rara vez se puede contar con condiciones que den garantías de que el aire permanecerá seco propiamente dicho. Como es lógico, se conserva mucho mejor en espacios cerrados y secos que a la intemperie.
Las piezas de Hierro necesitan “mantenimiento” que se lleva a cabo con la limpieza periódica de la pieza que precede al barnizado con aceites u otros óleos para prevenir el contacto con formas hidrogenadas. La reacción en agua no es espontánea, si no lenta, pero produce el óxido en pocos días.
El óxido de Hierro, a diferencia de los de Titanio, Vanadio y Cromo (entre otros) que son famosos por su alta estabilidad, no se detiene en la superficie de la pieza de Hierro, si no que avanza cada vez más hasta destrozar por completo su integridad. Ésto explica porqué las piezas de Hierro sumergidas en alta mar, como es el caso de los pecios antiguos, pierden volumen con mucha mayor rapidez que otros metales químicamente más nobles.
Las reacciones con elementos altamente oxidantes como los ácidos compuestos por Halógenos son rápidas y altamente dañinas para el metal. El ataque con Halógenos puros es incluso más rápido y se abre paso de manera agresiva.
Es sensible a la enorme mayoría de soluciones químicas (basta decir que reacciona con el agua normal) aunque encuentra algunas excepciones.
El ácido Nítrico y Sulfúrico concentrados son de hecho beneficiosos para el Hierro hasta cierto punto, ya que generan capas pasivas en su superficie. La tolerancia al ácido Sulfúrico (concentrado) del Hierro y el Acero común es similar (aunque no en tan alto grado) a la del Plomo, que también recibe una capa de pasivación que no avanza más allá de la superficie, la “piel” del metal.
Por último, el Hierro es resistente a los álcalis, incluso en caliente. Todo lo ya mentado se puede aplicar también a los Aceros más comunes, es decir, los llamados “Aceros al Carbono” que son los más usados y abundantes. El motivo es que aunque las propiedades mecánicas cambien mucho del Hierro puro al Acero de alto Carbono (por ejemplo) el % de Hierro sigue siendo, pese a todo, muy alto. El Acero típico es más de un 97% de Hierro metálico, ergo el comportamiento químico es muy semejante, a excepción de aquellos en los que se agregan aleantes. Con el Hierro pasa exactamente lo opuesto al caso del Aluminio, cuya excelente resistencia a la corrosión disminuye al ser aleado, cosa que no comparte con el Hierro: cualquier cosa que le echen, salvo Azufre y el Propio Carbono, tenderá a aumentar notablemente la resistencia a la corrosión de la mezcla. Ésto se demuestra, por ejemplo, en los llamados “Aceros rápidos” que contienen altas dosis de Cromo, Vanadio, Molibdeno y/o Wolframio. También los que llevan Níquel y/o Silicio ven mejorada su resistencia a la corrosión (cuanto más contenido de los elementos mentados más resistente se vuelve, a cambio de perder tenacidad – salvo en el caso del Níquel). El % de Carbono altera la resistencia a la corrosión del Acero, incluso donde es más importante menester saber, en el caso de los Inoxidables. Salvo ésto, como ya he expuesto, la enorme mayoría de metales que se añaden al Acero, con la excepción del Manganeso y unos pocos, aumentan su resistencia a la corrosión.
Rol folclórico y trascendencia cultural del Hierro
Junto al Oro, la Plata, el Cobre y en menor medida el Plomo, el Hierro es uno de los metales más citados en obras literarias de todo tipo desde el principio de los tiempos. El metal en sí mismo es sinónimo de fuerza, poder, resistencia, tenacidad. Estos atributos pueden aplicarse a personas, animales u objetos inanimados. Con mucha frecuencia, siempre que nos referimos a algo fuerte decimos que es “como el Hierro” o directamente “de Hierro” aunque no sea de forma literal.
Juega un papel importante en prácticamente todas las religiones y es parte de la mitología occidental. Pertenece en primer lugar a Aries, el primer signo del año (comienzo de la primavera), este signo a su vez está asociado al principio masculino de todas las cosas, con atributos como la actitud beligerante, irascible y combativa, la agresividad y otros rasgos viriles asociados al macho no sólo en la especie humana si no también en animales, como el propio carnero y/o macho cabrío que se bate contra un igual para conseguir aparearse (el carnero es el animal representativo del signo de Aries). También se encuentra asociado al signo de Scorpio, el escorpión, que comparte muchos rasgos con Aries y tiene un principio “marciano” (en alusión a Marte, dios de la guerra romano equivalente a Ares, no a los extraterrestres).
También se encuentra asociado al planeta del mismo nombre que el dios de la guerra romano, Marte. Una extraña coincidencia es que el color rojo del planeta se debe precisamente a la abundancia de minerales ferrosos que presentan normalmente éstos tonos.
Es el metal más “masculino” principalmente por su asociación con la guerra en la fabricación de armas y armaduras, principalmente hachas, espadas, puntas de lanzas o lanzas de Hierro/Acero de cuerpo íntegramente hecho con éste elemento. También las puntas de las flechas.
Mientras que el fuego constituye por sí mismo un elemento de gran relevancia en el ámbito folclórico, se usa también para moldear el metal, gracias al cual el hombre (o la humanidad, no quiero sonar machista) se sobrepone a las fieras que le aventajan físicamente.
Incluso los dioses más importantes de los diversos panteones indoeuropeos e incluso algunos africanos y asiáticos se asocian frecuentemente con el metal, aunque en éstos casos se debe a sus armas, y no al trabajo del mismo propiamente dicho. Los dioses encargados de forjar armas eran mucho menos poderosos que los que las empuñaban (ejemplo: Hefestos/Vulcano), aunque en ocasiones los que las forjaban las hacían para sí mismos (ejemplo: Oggún, en la religión yoruba).
El martillo de Thor, el príncipe y baluarte de los Aesir (exceptuando a su padre, claro), fue hecho a partir de una mezcla de Hierro y Oro, según la Prose Edda de Snorri Sturlson que recoge los mitos y leyendas de las tribus nórdicas y germánicas.
El metal es mencionado varias veces en la Biblia, el Corán y el Talmud. En ocasiones tiene tintes positivos, y en otras negativos: (ejemplo: “quien a Hierro mata a Hierro muere” frase que le dice Jesús a Pedro luego de que éste corte la oreja de uno de sus captores).
En el ámbito de la magia animista, el Hierro se usaba antiguamente para rechazar toda clase de demonios. Aunque actualmente sea la Plata la que asociemos, quizás por el caso Drácula y el de los licántropos (“hombres lobo”) como el metal más efectivo frente a las fuerzas “oscuras” fue originalmente el Hierro, probablemente a merced de su antaño escasez la que lo convirtió en el material ideal para amuletos en éste sentido.
Las cosas o personas que se consideran altamente invulnerables o directamente indestructibles suelen adoptar la terminación “de Hierro” o “de Acero”, ejemplo: “Telón de Acero” u “Hombre de Acero”, nombre alternativo del personaje de cómics Superman.
Me consta que en muchas tribus de África sub-sahariana los clanes que se dedican al trabajo del metal y específicamente del Hierro son muy respetados por el resto de la tribu ya que su arte se considera parte de la magia, en el sentido más respetable de la palabra (no confundir con el arte del ilusionismo con el cual estamos más familiarizados).
Se puede decir que el Hierro/Acero cuenta con un valor cultural muy superior a cualquier otro metal, salvo quizás el del propio Oro, que si bien representa valores muy distintos al del Hierro, es igualmente famoso y preponderante en todas las culturas del globo.