PLOMO

Nombre: Plomo 

Símbolo: Pb

Grupo: 14

Período: 6

Bloque: p

Categoría: Metales de post-transición

Número atómico: 82 

Masa atómica: 207,2 u

Electrones por capa: 2, 8, 18, 32, 18, 4 

Electronegatividad: 2,33

Densidad: 11,34 gr/cc

Punto de Fusión: 327,46ºC

Punto de Ebullición: 1749ºC

Conductividad Térmica: 35 W (m·K) 

Conductividad Eléctrica: 4,8 × 10^6  S/m 

Orden Magnético: Diamagnético

Estado Ordinario: Sólido

Estados de Oxidación: +2, +4

Dureza Mohs: 1,5

Dureza Vickers: Sin datos

Dureza Brinell: 38,3 MPa

Isótopos más estables: Pb-204 (1,4%), Pb-206 (24,1%), Pb-207 (22,1%) y Pb-208 (52,4%)

Descubridor: Se conoce desde la Antigüedad


Breve historia del elemento


Se conoce al Plomo desde los albores de la Humanidad. 

Es de los pocos elementos que pueden aparecer nativos en la corteza terrestre, pero incluso sus minerales, al ser tan densos, destacan lo suficiente entre el resto como para poder identificarlos como menas del elemento. Es por ésto y por el hecho de que sea tan fácil de obtener que se lleva usando desde hace, por lo menos, más de cinco milenios antes de Cristo. 

Nunca tuvo una consideración especial, ni siquiera equiparable a la del Cobre (el menos valuado entre todos los “primeros” metales, salvo quizás el Estaño). El motivo se debe a que es demasiado blando y a diferencia de los que he nombrado anteriormente, no se puede endurecer fácilmente (salvo con Antimonio, Arsénico) e incluso endurecido sigue siendo un elemento altamente endeble. 

Se usó originalmente en forma metálica para usos de poca o ninguna responsabilidad mecánica, a saber, tuberías, platería, fuentes, cubertería, como bien monetario, et cétera. Los usos primogéneos de sus compuestos son asociados a la coloración de las cerámicas, vidrios, como cosméticos... 

Se obtenía como sub-producto de la explotación de la Plata, metal con el que se halla asociado en las menas de éste, y viceversa (se obtiene Plata de las explotaciones de Plomo y Plomo de las de Plata). Es más denso que ésta, pero menos que el Mercurio y el Oro. 

Es el elemento de mayor peso atómico cuyos átomos hasta la fecha se consideran estables a todos los efectos (el Bismuto también se considera “estable” pero se han detectado desintegraciones en sus núcleos, lo que pasa es que la cantidad de tiempo necesaria para dicha desintegración es tan alta que a todos los efectos se considera estable).

El Plomo es un metal atípico en muchos sentidos, único. 

A diferencia de la mayoría de elementos más ligeros (en el sentido del peso atómico) la mayoría del Plomo presente en la corteza terrestre proviene de los procesos de desintegración de elementos súper-pesados como el Uranio, el Torio, Neptunio y Plutonio (Actínidos). Así mismo, es el resultado de preferencia en los procesos de desintegraciones de núcleos de Radón, Cesio, Francio... virtualmente todos (o la mayoría) de elementos ultra-pesados decaen en Plomo, Bismuto o Mercurio, y más raramente, en Talio. 

El isótopo del Plomo Pb-208 con una combinación de p=82 y n=126 se considera un núcleo “doblemente mágico” en física nuclear y astrofísica debido al hecho de que ambas cifras se encuentran entre el selecto grupo de números específicos que muestran un índice de unión de nucléon – nucléon más elevado de lo que en principio se podría calcular mediante la fórmula semi-empírica que calcula la energía de enlace entre nucleones (protones y neutrones de un mismo núcleo). Ésto convierte al Plomo en un elemento más estable de lo que cabría esperar considerando su enorme peso atómico, Z=82. 

Es un chalcógeno de la familia del Carbono con valencia de 4, en el, los estados de oxidación más comunes son +2 y +4, exactamente los mismos que los del Platino, aunque a diferencia de otros miembros de su propio grupo (14 de la Tabla Periódica) en el Plomo el estado de oxidación más frecuente es el de +2, no el de +4 (aunque también es estable). 

El mineral capital de éste metal es la Galena, un Sulfuro binario de Plomo y Azufre de composición PbS donde el Plomo respresenta más del 85% de la masa total del compuesto, lo cual explica su alta densidad. 

La Galena se parece a primera vista al Grafito elemental, aunque es más densa. Ésto ha llevado a confusiones históricas y es la causa principal que explica cómo el Grafito propiamente usado para escribir (o dibujar) desde antaño reciba el nombre de “Lead” en inglés, nombre que comparte el elemento Plomo en estado puro. 

En alemán se denomina “Blei” (o “Bley”) y tiene un origen proto-nórdico y/o germánico. 

El nombre que nosotros le damos, “Plomo”, procede del latín “Plumbum”. El nombre es importante, porque de él derivan otras acepciones lingüisticas y se usa ampliamente para hacer referencia a algo denso. 

La planta trepadora conocida como “Plumbago” recibe su nombre del Plomo. La teoría más aceptada es que se debe a la coloración azulada de sus flores, mientras que otros sostienen que se usaba medicinalmente para tratar las afecciones relacionadas con la ingesta del metal, que al ser tóxico, pues envenena. 

En España se utiliza el término “fontanero” para el obrero especializado en cañerías (tuberías), baños, lavabos, fuentes, sistemas hidráulicos caseros o de mayor nivel. En inglés se llama “Plumber” al trabajador de éste oficio, mientras que en gran parte de Iberoamérica se denomina “Plomero”. El origen de “Plumber” y “Plomero” se debe a que las tuberías/cañerías antiguamente (y cada vez menos) se fabricaban con éste metal. 

Aunque el uso del Plomo para conducir agua en grandes cantidades ya era empleado desde antes, fue la Antigua y próspera Roma la que hizo de él parte intrínseca de su cultura. Era un elemento vital para poder suministrar a todas las ciudades (urbes), grandes o pequeñas, era el elemento ideal para la tarea: muy resistente a la corrosión, fácil de trabajar, resistente al paso del tiempo, muy duradero y reciclable. 

Se asocia al Plomo con Saturno desde antes del apogeo de la Alquimia en Europa y es el metal más “lúgubre” de todos por varios motivos. 

Su alta densidad, lustre atractivo y robusto, sinónimos de fortaleza inperenne así como la facilidad de gravarlo (tallar inscripciones o directamente formas o figuras en planchas del metal) lo convertían en un material excelente para acompañar las lápidas. 

Cuando la artillería reemplazó a las ballestas y arcos y echó por tierra el uso de las armaduras de placa (en su momento, un hombre bien entrenado con éste nivel de protección era prácticamente inmune a la espada y sólo podría ser afectado a martillazos en el cráneo) el Plomo saltó a la palestra nuevamente, para un uso específicamente letal: balas y proyectiles de todo tipo, desde las antiguas bolas de los arcabuces españoles hasta las balas modernas de los fusiles de largo alcance americanos, rusos y alemanes. 

El Plomo tuvo gran relevancia durante la Era de la Alquimia, ya que se consideraba la materia prima para la transmutación de cara al Oro, al ser un metal parecido al rey de los metales. Era denso, blando y poco reactivo. Los alquimistas veían al Plomo como “el más viejo de los metales”, una suerte de “abuelo” entre los elementos que conocían. Ésto es curioso si tenemos en cuenta que, en todo caso, el Plomo es uno de los elementos más jóvenes, precisamente debido a que producirlo requiere o bien una Supernova, que es la fase final de la vida de una estrella masiva, o la desintegración de un núcleo radiactivo súper-pesado, como los de los Actínidos (el ejemplo más conocido es el del Uranio). 

Algo que, no obstante, he de mencionar y que me revuelve las tripas al pensarlo, es que el sueco Niels Bohr, luego de muchos intentos, logró mediante la ciencia empírica moderna lo que fue durante siglos el objetivo de todo aquel alquimista que se preciara de serlo: transmutó Plomo en Oro. Para ésto, restó 3 protones al Plomo, Z=82 -3 = Z=79

El problema, claro, es que el proceso en sí mismo no es rentable, pero en cualquier caso me resulta casi hasta gracioso ver como, en cierto modo, aquellos alquimistas que andaban prácticamente a ciegas y no tenían ni de lejos las herramientas o instrumentos de los que se puede presumir hoy en día en algunos laboratorios de países como Estados Unidos, Rusia y algunos de la Unión Europea, sostuvieron de forma más o menos acertada que una de las vías posibles para la obtención del metal áureo fuera a partir de la transmutación del Plomo. 

No es casualidad, tampoco, que el que haya llevado a cabo la reacción (nuclear, no química) fuera sueco: ésta nación ha parido a la mayoría de grandes científicos relacionados con la química y física relativa a los metales desde finales del siglo XVIII.

Pesado no, lo siguiente

Hay un adjetivo que define bien al Plomo: pesado. 

Si el Cobre es “rojo”, el Oro es “áureo, regio” y el Hierro “duro, fuerte” el Plomo es definitivamente, pesado. 

Decimos “pesado” porque es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando alguien nos menciona el Plomo. Ésto ha llegado a tal punto que en castellano y otras lenguas, adjetivos como “plomizo” o bien, utilizado en cualquier contexto literario donde se haga referencia a un material particularmente denso. 

Lo cierto es que el Plomo donde menos “pesado” es es en la mano. Esto lo digo porque, mirando su peso atómico y su naturaleza venenosa, cumple con todos los parámetros para ser, por definición, el metal pesado por excelencia.  

Son muchos los metales más densos que el Plomo. El Osmio y el Iridio son casi dos veces más densos, pero sus núcleos son más “ligeros”, y lo pongo entre comillas porque sólo parecen ligeros en comparación a los del Plomo. 

El Mercurio es tóxico y más denso, pero su peso atómico es inferior. 

El Bismuto tiene mayor peso atómico, y es lo suficientemente tóxico como para ser considerado un “metal pesado” desde el punto de vista químico, pero es menos denso que el Plomo. 

Resumiendo, el Plomo es el único elemento que cumple todos los parámetros para ser considerado por mérito (si es que se puede llamar mérito a ésto) como el metal pesado por excelencia.


Características principales

En estado puro y sin corroer, el Plomo presenta un color gris-azulado característico, único. Es un metal opaco, difícil de pulir; incluso en el mejor de los casos y con una amoladora de élite sigue manteniendo un aspecto como “de madera” en el sentido de que no se logra un aspecto liso y uniforme en su superficie, incluso tras el lijado. Ésto se lleva hasta tal extremo que cuando examinamos Plomo enfriado podemos notar diferencias de tono en su “piel”. Pocos metales tienen ésta característica. 

El color inicial azulado se pierde con relativa facilidad mediante la formación de una capa protectora de óxido que a pesar de no ser tan resistente como las de los metales altamente reactivos, como el Titanio y el Cromo, ocupa tanto volumen que oscurece la piel del Plomo y le quita el tinte azulado para pasar a un gris aún más opaco. A partir de ésta fase, difícilmente el Plomo torne en otro color que no sea un gris cada vez más oscuro llegando a rozar un tinte negruzco. 

Es un metal maleable, pero poco dúctil. Normalmente, los metales dúctiles son maleables, pero ésta máxima no se cumple a la inversa. Dicho de otra manera, es más fácil obtener planchas de Plomo que alambres del metal puro. La adición de Estaño y/o Indio mejora la ductilidad del Plomo, aunque se necesitan porcentajes muy elevados como para conseguir alambres (>50%), con lo cual difícilmente podríamos decir que se trata de un cable/alambre o hilo de Plomo, siendo que en realidad se trata de una aleación. 

El Plomo no es volátil ni siquiera cuando pulverizado y es muy estable a los impactos.

Tiene propiedades auto-lubricantes, y no genera chispas mediante fricción. 

La resistencia al calor es pésima, y es un pobre conductor del calor y la electricidad. 

El Plomo es poco compatible con la mayoría de metales que no sean de su categoría (metales de post-transición). Mezcla bien con el Mercurio, y medianamente con la Plata y el Oro, pero no con el Cobre ni muchísimo menos otros metales de transición típicos como el Hierro. La única excepción es el Zinc, con el que tiene cierta afinidad. 

La solubilidad del Plomo en el Cobre es muy baja, a diferencia del Estaño, por lo que se usa en compañía de éste para lograr aleaciones de “Bronce al Plomo alto” en las que se prepara una aleación de Plomo – Estaño individual primero que luego es agregada al Cobre fundido. Es la única excepción en el Bronce tradicional, en el que el Estaño se puede añadir incluso como mineral. 

El Plomo es tóxico, aunque no tanto como el Mercurio, el Talio y el Arsénico. La exposición a sus vapores (inhalación del Plomo) deriva en la enfermedad conocida como Saturnismo. Afortunadamente, el contenido de Plomo en el cuerpo puede ser “salvado” (excretado) con tratamientos médicos adecuados. El Mercurio, por otra parte, una vez entra no sale. 

Ambos son perjudiciales, y ambos atacan específicamente al cerebro, alterando sus funciones. 

Intoxicaciones leves por Plomo que no lleguen a niveles tan altos como para desencadenar enfermedades sí pueden tener efectos nocivos permanentes como un aumento de la conducta violenta, incremento de la agresividad, disminución de habilidades sociales y demás rasgos que forman parte del cuadro “perfecto” (por decirlo de alguna manera) para desarrollar una mente criminal. En éste sentido, el Plomo nuevamente se muestra como un metal asociado a lo negativo en el sentido de que con él se fabrican proyectiles, pesticidas, y cuando penetra en el cerebro, puede convertir a un infante sano en un futuro chico o chia problemático/a. Es por ésto que las autoridades sanitarias instan a la población civil a evitar todo contacto posible con el metal, si bien ha de aclararse que la intoxicación propiamente dicha no es en ninguna forma tan exageradamente fácil de contraer como muchas veces, se ha escrito. La gente lee una noticia alarmista y se desata el pánico general. Me gustaría que tuvieras en cuenta que hasta no hace mucho tiempo, las cañerías (tuberías) de agua se fabricaban con éste metal, ni que decir tiene que manipularlo no significa que estés tocando ántrax. En resumen, con cuidado, pero sin que cunda el pánico provocado por la paranoia. 


Resistencia a la corrosión 

El Plomo es el metal menos “vil” entre los metales “viles”. Ésto significa que, dentro de los metales no-preciosos o semipreciosos (como el Cobre) el Plomo es químicamente el más inerte y por ende, noble. 

Es resistente al agua dulce y salada, álcalis, disolventes caseros e industriales, et cétera, pero donde se saca el diploma es en su resistencia al ácido Sulfúrico, diluto o concentrado. También es resistente al Clorhídrico, pero no tanto al Nítrico, que lo ataca lentamente (más rápidamente conforme se aumente la concentración). Ni los alcoholes, éteres, cetonas, et cétera con base de enlaces de Carbono – Hidrógeno - Oxígeno tienen efecto alguno en el.

No obstante, su mayor baza, como no podría ser de otra manera, es precisamente su resistencia al ácido Sulfúrico. 

Éste ácido es uno de los más corrosivos entre todos los ácidos comunes de acceso civil y uso industrial. El Plomo resiste el ataque ya que forma una capa de sulfato que lo protege del ataque posterior. Igualmente, el Plomo es resistente al Oxígeno incluso estando fundido, justo como el Estaño pero incluso más inerte, lo cual lo convierte en un material de preferencia para la manufacturación de piezas expuestas a substancias altamente corrosivas. El propio ácido Sulfúrico se sintetiza en “barreños” de Plomo, creo que no existe mayor muestra de inercia química que ésta. 

A pesar de todo, el Plomo desprende iones con carga eléctrica y es muy ligeramente soluble en agua (niveles tan bajos que apenas se notan incluso pasados los siglos, pero que igualmente ocurren), por lo que su uso en contacto directo con agua potable, ni que decir alimentos de ingesta directa es evitada a toda costa. 


Usos principales 

El Plomo no goza de la combinación de propiedades tan buenas que tienen metales como el Aluminio o el Hierro y sus respectivas aleaciones, pero es uno de los metales más usados y se podría decir que hasta versátiles, ya que encuentra aplicaciones en sectores harto distintos entre sí. 


El Plomo en la Antigüedad. Caída de Roma

Los usos más antiguos del Plomo son relativamente escasos (al menos, antes de la expansión del Imperio Romano). En estado elemental o altamente puro se usaba para la elaboración de recipientes de todo tipo, en fontanería, cubertería y platería. Dado que no es miscible en el Cobre se añadía sólo en dosis moderadas al Bronce previamente separado entre el Cobre mismo, que actuaba de base, y una aleación de Plomo – Estaño que se agregaba una vez éstos dos metales habían sido fundidos a la vez. Éste método se sigue a día de hoy, aunque las aplicaciones para el Plomo en los Bronces no tiene nada que ver con aquellas que lo empleaban en la Antigüedad. 

Ya desde antes de la expansión del Imperio Romano (el auténtico, no el de Carlomagno) el Plomo se usaba como material de preferencia para la elaboración de cañerías (tuberías en Iberoamérica) debido a que era barato (en ésta época el Plomo era mucho más barato que una pieza de Acero de calidad), fácil de trabajar, duradero y resistente a la corrosión. El Plomo, a diferencia del Hierro y similar al caso del Cobre, se mantiene muy bien en agua, quizás mejor incluso que el metal rojo, que luego de meses comienza a desarrollar la famosa pátina (Carbonato de Cobre básico) cuando no se sulfata, ambas capas corrosivas amargan el sabor del agua y dado que no se podían permitir limpiar toda la red de cañerías constantemente, se prefería el Plomo para ésta labor. 

El papel del Plomo en la elaboración de cañerías/tuberías de agua y en fosas sépticas es tan relevante que hasta el día de hoy -algunas- se mantienen activas alrededor del mundo. El Plomo fue reemplazado en su día, y sigue siéndolo, ya que es tóxico y al entrar en contacto directo con el agua, mucho más peligro se corre, valga la redundancia. 

Los romanos eran conscientes de la toxicidad del Plomo, pero igualmente lo usaban, quizás porque no existía ninguna alternativa superior. Se han estipulado varias teorías al respecto, acusando en el Plomo la responsabilidad de la degeneración del Imperio, ya que según algunos historiadores el consumo diario de agua cargada con Plomo conduciría inequívocamente a una población sana a un estado degenerativo físicamente hablando (mediante la intoxicación por éste metal pesado) o llegan incluso a decir que tanto Calígula como Nerón (famosos por sus claros signos de demencia que han pasado a los anales de la historia) habían sido en realidad envenenados, consicente o inconscientemente, al ser servidos en, y cito: “cuencos de Peltre o de Bronce con elevados contenidos de Plomo”. 

Ésto es una falacia, o como mínimo una verdad a medias, especialmente lo de Calígula y Nerón. Fueran enfermos mentales de nacimiento o no, la última de las causas que podrían agudizar su ya pecaminoso estado de salud mental sería el Plomo. Ningún emperador bebería en condiciones normales de nada menos que un Bronce de calidad revestido con Plata, ni que decir tiene la mayoría comían y bebían en Plata e incluso, Oro alto (más de 18k modernos en equivalencia), ambos metales absolutamente nobles, inertes químicamente. 

La teoría del envenenamiento, o mejor dicho, de que la salud de la población (incluyendo, por supuesto, a la milicia) se vería afectada hasta tal punto de que éstos serían incapaces de comportarse como la civilización que un día fueron (en el contexto de desentrañar las causas de la caída de Roma) es cuanto menos ridícula: ya se bebía y comía “con Plomo” desde los tiempos de Augusto e incluso antes de él; no dicen, en cambio, que las migraciones constantes de germanos llegados desde el norte, galos desde el noroeste, hebreos, griegos, persas y tribus de la periferia de Medio Este comenzaron poco a poco a mezclarse entre la sociedad civil, las condiciones requeridas para alcanzar la ciudadanía (y todas las ventajas que ello incorporaba) tenían cada vez más un umbral más bajo, ésto, sumado a las guerras intestinas por el auge del Cristianismo y la abolición de un sistema que premiaba el desempeño militar marciano (digo, por Marte, de cuyo nombre patronímico derivan, entre otras palabras, “marcial”, “martial” originalmente) además de un gobierno incapaz y corrupto llevaron al debilitamiento definitivo del magno Imperio. 

Por cierto, es verdad que en Roma se intoxicaban con Plomo, pero, ¿en qué condiciones bebían los bárbaros, tártaros, vándalos y tribus invasivas en general (estoy incluyendo a la “raza maestra” germana)? Exacto. 


Aplicaciones modernas

Se usa Plomo para una variedad de aplicaciones que explotan principalmente su densidad, resistencia a la corrosión, y en menor medida sus propiedades auto-lubricantes, bajo punto de fusión y facilidad de trabajo. 


Por su densidad

El Plomo se usa para fabricar pesas. Cuando digo “pesas” no sólo me refiero a las pesas de musculación de gimnasio, que también, si no a cualquier objeto cuya finalidad sea la de poner peso en un lugar determinado, independientemente del fin. 


La plomada es una pieza rústica, elaborada mediante inyección de Plomo líquido en un molde, con un agujero que la atraviesa y a través del cual se hace pasar el hilo de pescar. Se usa en la pesca desde tiempos inmemoriables, y cada vez menos (alternativas incluyen en Zamak y el Acero protegido con otro metal). La Plomada (de Plomo) es resistente tanto en agua dulce como de mar. 


Para proyectiles, desde que se usaran por primera vez en Europa, en éste caso siendo el usuario España y sus arcabuces bajo las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba, el “Gran Capitán” que puso de rodillas a los gendarmes de la caballería pesada francesa durante las “Guerras Italianas” empezando en Nápoles y las dos Sicilias. La facilidad de obtener balas de prácticamente cualquier forma geométrica a través de moldeado y su elevada densidad, que se traduce en una mayor energía cinética (= mayor capacidad de penetración) convierten al Plomo en el material de preferencia, incluso a día de hoy. 

Para proyectiles especializados como aquellos desarrollados por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial se reemplazó el Plomo por Acero cargado con Wolframio (sobre un 20%, típicamente) con mayor capacidad de perforación debido a una densidad más o menos cercana a la del Plomo y mucha mayor dureza. Típicamente usada en calibres mucho más grandes, como en tanques, acorazados y destructores y rara vez como munición “de mano”. Actualmente se sigue investigando en la consecución de un material de reemplazo para el Plomo dado que es tóxico y permanece en la tierra incluso tras de la batalla. Ésto es una infamia, además de ridícula, altamente esperpéntica. Se debería buscar soluciones a detener los conflictos en primer lugar, no a buscar una alternativa a lo qué usar para matar personas. Lamentablemente, uno de los usos más famosos del Plomo sigue siendo éste, a tal punto que haya invadido la cultura popular en frases como la cada vez más famosa: “Plata o Plomo” en la que el Plomo adquiere un papel siniestro, sin lugar a dudas. 


Un uso armamentístico que cualquier soldado (o cualquiera que haya pasado el servicio militar, no es mi caso) conocerá de sobra es que el Plomo se usa, irónicamente, para fabricar chalecos antibalas. Ya sé lo que estás pensando: “¿pero no se hacían de Kevlar?” La respuesta es sí y no. El Kevlar tiene muy buenas propiedades, ya que es muy resistente a la rotura por impacto (como cuando uno recibe un disparo) y distribuye la energía cinética del proyectil, amortiguándola, cuando no hace que la bala quede “atrapada” entre sus fibras. El Plomo, por otra parte, es más difícil de perforar debido a su enorme densidad, pero ralentiza el movimiento. Grandes equipos de protección en agentes anti-explosivos llevan normalmente Kevlar y Plomo, aunque en una situación tan peliaguda como la desactivación de minas ambos materiales, a semejante proximidad, poco podrían hacer en caso de accidente. Conocí una vez a un militar mientras cursaba el Bachillerato, tendría entonces un año más del que tengo yo ahora, mientras escribo éste libro. Como siempre, español, va a verse frente a frente con la muerte demostrando un arrojo que pocas razas pueden presumir de tener. 


Pasando diametralmente de un uso tan belicista a otro tan espiritual, señalaré que las “pipas” o “tubos” de órganos musicales (como los de Iglesia) se fabrican en madera o metal, siendo el metal en cuestión una aleación con base de Plomo donde el Estaño es el aleante principal. La alta densidad de la pipa de Plomo consigue un tono único, grave. 

Me parecía cuanto menos necesario incluir éste detalle; está claro que por cada pipa de órgano clerical se producen anualmente millones de balas, pero más allá de la diferencia entre ambas piezas podemos encontrar dos extremos absolutamente opuestos de la especie humana. 

El elevado peso atómico de los núcleos de Plomo, sumado a la facilidad con la que se puede modelar, ha convertido a éste metal en el material de preferencia para la fabricación de blindaje anti-nuclear. La mezcla de alta densidad, física y a nivel nuclear hacen del Plomo una barrera ideal para proteger a las personas en constante exposición a energía nuclear, tal es el caso de los radiógrafos, personal en centrales nucleares o aquellos agentes que son enviados a solventar situaciones catastróficas como las tristemente famosas de Chernóbil y más recientemente, Fukushima. El Plomo se usa para revestir partes comprometidas, como cápsulas, barras, discos o cualquier fuente de radiación que deba sellarse. Normalmente, cuando se trata de un residuo o una cantidad de material radiactivo no muy concentrada, se puede usar Acero común (tal es el caso de los residuos de Uranio y sus compuestos, como el Hexafluoruro), de manera que el Plomo se usa típicamente en aplicaciones donde se necesite mayor protección. De la misma manera, se logra el mismo índice de protección aumentando el grosor del Acero para igualar al Plomo: esto es lógico si tenemos en cuenta que el peso atómico de los núcleos de Plomo son aproximadamente 3,7 veces el valor de los del Hierro. Además, el Plomo es resistente a la corrosión, cosa que el Acero al Carbono no. En ocasiones podemos encontrar capas de Acero – Plomo – Acero (tipo “sándwich”) para abaratar costes o para reducir la densidad cuando sea necesario. El Plomo es muy efectivo como barrera anti-nuclear ya que la mayoría de las partículas rápidas que serían peligrosas para nosotros o la naturaleza en general se ven obligadas a “rebotar” contra los átomos que forman la red cristalina interna del metal. En muy raras ocasiones se ha llegado a usar incluso Plomo en estado líquido, como por ejemplo cuando la reacción liberaba demasiado calor exotérmicamente que hacía que el Plomo se derritiese (tiene un punto bajo de fusión). 

El Plomo usado como escudo en éste sector no es “indestructible” ni mucho menos, y ha de reemplazarse periódicamente, ya que algunos átomos, por ejemplo en presencia de neutrones rápidos, son capaces de absorberlos y aumentar en 1 su número isotópico, es decir, por ejemplo Pb-204 + 1n (un neutrón libre) >> Pb-205, inestable, que decae en Tl-205, un isótopo de Talio. Las transmutaciones de elementos más pesados en otros más ligeros y viceversa son un fenómeno muy común en centrales nucleares. 

De la misma manera, el Plomo se usa en trajes especiales para proteger a los obreros encargados de manipular restos peligrosos, tal fue el caso de Chernóbil y luego en Fukushima. En un nivel mucho más controlado, el Plomo se usa en forma de planchas dentro de paredes bien de plástico (aunque es raro), de metal pintado o de hormigón en las salas de Rayos-X, sea en hospitales generales o en centros privados. El Plomo se usa para proteger al operario (al médico). ¿Porqué al médico y no al paciente? Seguramente te habrás preguntado. La respuesta es que el paciente se atiende como mucho una vez cada tres meses, una vez cada diez años o nunca en su vida (dependiendo de cada caso) mientras que el médico y/o operario de la máquina de Rayos-X se dedica profesionalmente a eso y está expuesto constantemente. Es más, si te “protegieran” de los Rayos-X con Plomo o cualquier otro material de blindado directamente no saldría ningún resultado, ergo la prueba sería en vano. No es peligrosa en cantidades moderadas, y se lleva usando con éxito desde hace mucho tiempo (cumplirá un siglo dentro de poco). Se evita escanear a las embarazadas a toda costa ya que la radiación que no haría mucho daño a la madre en cambio sí podría afectar a la criatura que se desarrolla en su matriz, de nuevo, no te alarmes: es un procedimiento controlado y ha sido estudiado más que de sobra como para no ser invasivo. 


Los usos del Plomo que explotan su resistencia a la corrosión incluyen el capado de algunas partes estructurales, como techos (aunque es extremadamente raro, especialmente si tenemos en cuenta que el capado de Zinc es superior, más barato y no-invasivo), en catalizadores, para la obtención del ácido Sulfúrico y de forma indirecta en acumuladores de automóviles, recipientes de substancias corrosivas (como el propio ácido Sulfúrico, al que es altamente estable), entre otros. 


Las aleaciones de Plomo más comunes son las de rodamientos de grandes máquinas (se usa la aleación Babbit) debido a sus propiedades auto-lubricantes, su mejor acompañante es el Estaño, con el que se combina para la aleación conocida como “Solder”, metal de soldadura en contactos eléctricos de todos los tamaños (normalmente, mientras mayor es el contenido de Estaño más calidad y precio, pero la relación suele ser de 60% Estaño – 40% Plomo). 


El Óxido de Plomo, PbO, es soluble en Sílica (Cuarzo fundido) y se agrega deliberadamente porque aumenta los índices de refracción y dispersión de la luz, en cristales como los famosos “Swaroski”, aunque ésta marca ni lo inventó ni es la única usuaria. El primer “Cristal de Plomo” o “Vidrio al Plomo” (no existe un término común, en inglés se llama simplemente “Lead Glass” o “Leaded Glass”) fue inventado en 1674, pleno siglo XVII, por el británico George Ravenscroft, quien notó cómo el vidrio al que era añadido un porcentaje a partir del 14% de PbO (el Óxido de Plomo blanco de alta pureza) la mezcla cristalina resultante tenía un brillo mayor, y resultaba mucho más atractivo a la vista. Al bajarse la viscosidad y el punto de fusión, nos encontramos ante un vidrio más fácil de trabajar y por ende capacitado para dársele acabados más detallados. Es el vidrio más caro, como te podrás imaginar, de entre los cristales ordinarios. Tiene una densidad notable, si alguna vez tienes una pieza maciza de éste material en la mano quedarás asombrado de cuánto pesa teniendo en cuenta que al fin y al cabo no deja de ser un cristal, un vidrio. El motivo es la presencia de un % Plomo tan elevado (hasta 40% en los de mayor calidad). El cristal de Plomo no es tan peligroso como su método de fabricación en sí, ya que una vez formada la pieza se considera inerte químicamente. Sí, es tóxico al fabricar, pero no luego de enfriarse. Que no te cuenten mentiras. 


Otros usos del Plomo que merecen la pena mentarse aunque tengan poco o nada que ver con la metalurgia en absoluto son:


El Albayalde, el famoso “blanco de Plomo” con fórmula de Pb3(CO3)2 · (OH)2, pintura blanca conocida desde tiempos de los árabes que ocuparon la Península Ibérica, los cuales les dan el nombre. Es una pintura de buena calidad, pero altamente venenosa, tóxica. Cada vez se usa menos. 


Aunque todavía se usa, cada vez menos; como estabilizador en plásticos como el PVC, mejora las propiedades mecánicas, lo vuelve inerte al desgaste por radiación solar (rayos UV – Ultravioleta) que normalmente degradan a los plásticos, además de mejorar su flexibilidad. En éste contexto, se utiliza menos que el Cadmio, el cual también es un “metal pesado” desde el punto de vista químico. 


Rol folclórico del Plomo

Como no podría ser de otra forma, el Plomo, al ser conocido desde el albor de los tiempos, goza de gran relevancia en muchos tratados antiguos que podrían considerarse actualmente como pseudo-científicos y preceden claramente a la ciencia empírica. 

El metal es asociado con el planeta Saturno, de hecho comparten el mismo símbolo tanto en alquimia como astrología, las madres directas de la química y astronomía moderna, respectivamente. Saturno, o lo que es lo mismo, Cronos, es el padre de Zeus y los primeros dioses, que en la mitología greco-romana ocupan los primeros asientos (normalmente junto a los hijos de Zeus) en el panteón “de los doce”. Para los primeros en observar tanto a Júpiter como a Saturno, el primero estaba asociado claramente a Zeus (su equivalencia griega) en contraste con su padre Cronos/Saturno, que es mayor, más ponderoso, lento, antiguo. La percepción de que el Plomo era, en efecto, la materia más antigua o “el abuelo de los metales” fue llevada hasta la época dorada de la Alquimia. 

El Plomo era el material de partida para la obtención de Oro, debido a algunas propiedades que comparten. 

En astrología se asocia con los signos de Capricornio y Acuario, que son consecutivos. Éste es un detalle que ni la gran mayoría de “astrólogos” modernos conocen, está claro que está asociada a Capricornio, pero deja a Acuario “sin su propio metal”. No es el Zinc, ni el Aluminio, el Platino ni ningún otro salvo el propio Plomo. Cuando miramos el ciclo de los signos del zodiaco occidental vemos una rueda, no obstante, en el proceso alquímico, no se trataba de un círculo ni mucho menos empezaba en Aries (el Hierro) o en una sóla dirección, si no que empezaba en dos. De Capricornio hacia Leo, es decir para nosotros Diciembre a Agosto, la secuencia es Plomo – Estaño – Hierro – Cobre – Mercurio - Oro, siendo los signos Capricornio, Sagitario, Escorpio, Libra, Virgo y Leo. Ésta es la vía seca. 

La vía húmeda sí sigue la tendencia normal, y va como sigue: Plomo – Estaño – Hierro – Cobre – Mercurio – Plata. 

Juntando ambas vías, el esquema quedaría como:


Plomo – Estaño – Hierro – Cobre – Mercurio – Plata – Oro – Mercurio – Cobre – Hierro – Estaño – Plomo, o lo que es lo mismo:


Acuarivs – Pisces – Aries – Tavrvs – Gemini – Cancer – Leo – Virgo – Libra – Scorpio – Sagittarivs - Capricornivs 


Ten en cuenta que en el contexto de la alquimia, los signos no representaban los mismos valores que en Astrología, si no que de hecho cada uno representaba una etapa o proceso, a saber (siguiendo el orden tradicional): Calcinación (Aries), Congelación (Tauro), Fijación (Géminis), Disolución (Cáncer), Digestión (Leo), Destilación (Virgo), Sublimación (Libra), Separación (Escorpio), Incineración (Sagitario), Fermentación (Capricornio), Multiplicación (Acuario) y Proyección (Piscis). Nota que no todos los procesos son aplicables necesariamente a los metales puros, si no a muchos compuestos orgánicos e inorgánicos. Por ejemplo, la “Digestión” de Leo no necesariamente implica lo que para nosotros significa la palabra literalmente, si no que puede tratarse, por ejemplo, de la asimilación de una substancia en otra. En el caso de la Fermentación (Capricornio), también es intercambiable con el de la Putrefacción (una “fermentación vil” en contraposición con la beninga, que explicaría para los antiguos el proceso de creación del vino y otros espíritus alcohólicos). Ten presente, ante todo, que para los alquimistas ni bien lograras convertir algo vil en una forma superior de la materia ya tenía gran mérito, siendo el Oro lo máximo a lo que se podría aspirar, sí, pero desde luego no lo único. En un sentido más literario, se puede considerar alquimia toda aquella purificación, refinamiento o síntesis de algo superior a partir de una materia prima (no necesariamente sólida) inferior, ejemplo la uva perenne (que se puede podrir) convertida en vino, o como en el caso que Salvador Dalí puso, la transformación de minerales sumergidos en aceites en una obra de arte, como una pintura. Lo mismo se aplica a la capacidad de “sacar bellas melodías de la tripa trenzada de un cerdo” como diría Shakespeare al respecto de los instrumentos de cuerda frotada, y así sucesivamente.