NÍQUEL
Nombre: Níquel
Símbolo: Ni
Grupo: 10
Período: 4
Bloque: d
Categoría: Metales de transición
Número atómico: 28
Masa atómica: 58,693 u
Electrones por capa: 2, 8, 16, 2
Electronegatividad: 1,91
Densidad: 8,908 gr/cc
Punto de Fusión: 1455ºC
Punto de Ebullición: 2913ºC
Conductividad Térmica: 91 W (m·K)
Conductividad Eléctrica: 1,4 × 10^7 S/m
Orden Magnético: Ferromagnético
Estado Ordinario: Sólido
Estados de Oxidación: -2, -1, 1, 2, 3, 4
Dureza Mohs: 4
Dureza Vickers: 638 MPa
Dureza Brinell: 700 MPa
Isótopos más estables: Ni-58 (68,077%), Ni-60 (26,223%), Ni-61 (1,140%), Ni-62 (3,635%), Ni-64 (0,926%)
Descubridor: Axel Friedrik Cronstredt, sueco (1751)
El Níquel es un metal único en muchos sentidos, a pesar de sus similitudes con el Hierro y el Cobre. Se produce de manera copiosa durante las Supernovas, donde sale despedido a alta velocidad y funde con el Hierro, metal con el que se asocia y de hecho puede encontrarse, de manera combinada en meteoritos o en minerales ferrosos que ya han sufrido varias transformaciones debidas a los ciclos naturales ocurridos en el planeta, y en nuestro caso concreto y que más nos concierne, en la corteza. También aparece, cómo no, junto al Cobalto y al Cobre. Es uno de los pocos metales, junto a éste último, de cuyos minerales pueden obtenerse segundos elementos, en éste caso los del grupo del Platino, considerados preciosos. Tiene una abundancia mayor de la que se suele pensar (es más abundante por ejemplo, que el Cobre) en la corteza terrestre (se estima que exista en cantidades masivas conforme nos adentrásemos en el manto y núcleo del planeta), pero sus minas son relativamente pocas y de gran relevancia, dicho de otra manera, se explota cuando “concentrado” en regiones específicas a nivel mundial.
Es el aleante por excelencia, el metal “hermano” del Hierro que sin embargo presenta unas características a camino entre el Hierro y el Cobre, tanto es así que a veces el Níquel pareciera ser una aleación natural de ambos elementos, ya que se puede asociar con los dos de forma relativamente sencilla.
Aunque tiene una popularidad relativamente pobre, es vital para entender el mundo moderno. La mayor parte del Níquel se usa como aleante, y pocos o ningún elemento mejoran en semejante medida a las aleaciones de otros metales base donde el Níquel es agregado en la manera en la que este lo hace. Ésto, sumado al hecho de que forma aleaciones con buenas prestaciones mecánicas y alta resistencia a la corrosión con casi todos los metales, lo convierten en el elemento de predilección a la hora de desarrollar una aleación con características superlativas. El Níquel es en muchos aspectos, superior al Hierro, metal con el que siempre es asociado, pero por su escasez y naturaleza altamente dúctil y maleable en contraposición con la tenaz del Hierro pierde enteros en lo que respecta a la fabricación de la enorme mayoría de piezas de mediana a alta responsabilidad, siendo no obstante, la base de la familia de aleaciones de metales-base no-preciosos más cara y lógicamente, eficiente de todas cuantas existen en tanto respecta a sus muchas virtudes mecánicas y de resistencia a la corrosión. Es por ésto y por muchas otras características que a continuación describiré que durante mucho tiempo fue mi elemento favorito, y en algunos contextos, lo sigue siendo.
Breve historia del elemento
Contrariamente a lo que la lógica podría mandar a dictar, el Níquel fue descubierto después del Cobalto a pesar de ser más “noble” y abundante. Es importante reseñar que en éste sentido, dicho descubrimiento se debe principalmente al aislamiento e identificación de un elemento nuevo y distinto, inconfundible a los previamente conocidos. Digo ésto porque sirve como una prueba más de que el verdadero mérito de descubrir un elemento (sea del tipo que sea) corresponde a quien lo aisla por primera vez, no a quien teoriza su existencia o dice, con razón o sin ella, que está presente en X mineral. Digo ésto porque, igual que como sucede con el Zinc, es posible que el Níquel de alta pureza fuese usado por los chinos (existen referencias a un supuesto metal conocido como “Cobre blanco” que alude claramente al Níquel) pero en ningún caso se identificó como elemento antes del siglo XVIII, que sepamos.
El Níquel fue descubierto en 1751 por el sueco Cronstredt, quien había sido alumno de su compatriota, Georg Brandt, descubridor del Cobalto. Ambos metales fueron aislados de minerales cúpricos, detalle que más adelante servirá para explicar el porqué de sus nombres.
La apariencia y física del metal recuerda inmediatamente a su sucesor en la Tabla Periódica de los Elementos, el Cobre. Aunque blanco y más duro, es altamente maleable y dúctil, ergo no es de extrañar el porqué se asociara también con el Cobre casi tanto en la medida en la que lo hemos hecho, con motivos de sobra, con el Hierro.
Es el único elemento del período 4 de la Tabla Periódica (primera serie de metales de transición) entre el Cromo (Z=24) y el Zinc (Z=30) que no desempeña ningún rol conocido a nivel biológico, si no que de hecho se estima levemente peligroso. El metal en sí no produce daños, pero como todo en la vida, un par de estudios y publicaciones o artículos en revistas muy prestigiosas sin profundizar en sus declaraciones convirtieron a un metal que puede despertar alergias en -algunas- personas en nada menos que un cruel, despiadado veneno que debería de evitarse a toda costa, cosa me resulta altamente irrisoria y en la cual profundizaré más adelante.
Al ser un elemento de número atómico par (Z=28) y encontrarse cerca del umbral del Hierro (Z=22 a Z=30), que marca la relación ideal entre protones y neutrones, el Níquel, como el Cromo, es muy abundante no sólo en nuestro planeta Tierra si no también en todo el Universo Observable. Aunque con el termina el proceso de captura de núcleos alfa (fin de la quema del Silicio) en estrellas masivas, el isótopo primigéneo de Níquel, Ni-56, es inestable y decae rápidamente en Co-56 (isótopo del Cobalto) y finalmente en el tan abundante y estable isótopo del Hierro, Fe-56, que es uno de los núcleos más ampliamente distribuidos en el Sistema Solar, siendo el Ni-58 el más abundante, junto al Ni-60.
El Níquel, por ende, depende principalmente de procesos secundarios de captura de núcleos alfa que dan como resultado Ni-58 y Ni-60 (sus dos isótopos más abundantes) y en menor medida otros como el Ni-61, Ni-62 (el núcleo con mayor energía de enlace por nucleón de todos cuantos existen) y finalmente el Ni-64 en Supernovas y desintegraciones de núcleos inestables de Cobre y Zinc. Además, el número de protones del Níquel, p=28, se considera uno de los “números mágicos” en física nuclear, junto al 8 del Oxígeno, 20 del Calcio, 50 del Estaño, entre otros lo cual explica el porqué de la fuerza de enlace de nucleones (protones y neutrones) en el isótopo Ni-62.
A propósito del nombre: ¿Por qué “Níquel”?
El nombre del metal hace alusión a una especie de diablillo, trasgo, duende (dependiendo del equivalente en tu cultura) con nombre nickel que supuestamente “robaba” el “buen metal” (Cobre) y lo substituía por uno que tenía poca o ninguna importancia por pura diversión, para mortificar a los mineros. ¡Qué lejos estaban aquellos que así lo bautizaran, ignorando que hoy en día se trata de uno de los pilares de la metalurgia! Algo similar pasó con el Cobalto, cuyo nombre procede del “kobold” o lo que es lo mismo, alguna suerte de duende, diablillo o trasgo que intercambiaban Cobre y/o Hierro por éste elemento en las minas, siguiendo su comportamiento bromista y tomando gran placer (según el folclore) en el tormento de los pobres mineros. Has de tener en cuenta que para aquella época (pleno siglo XVIII) y muy a pesar de los avances de los científicos, la mayor parte del conocimiento popular seguía siendo más mitológico/folclórico que empírico. Ahora es fácil reírse o tomarlo a la ligera, pero lo que tenemos es gracias a los descubrimientos de tipos como Cronstredt y su maestro, Brandt.
Para los ingleses y sus descendientes más representativos, los norteamericanos, la palabra nickel puede asociarse también al “Old Nick”, una especie de figura mítica con características similares a la de los duendecillos. Al parecer el “Viejo Nick” era una especie de briboncete con mucho sentido del humor que se andaba por las minas de noche cuando nadie miraba.
Dejando de un lado estas anécdotas más propias de la mitología de cada pueblo, pasemos ahora a ver las principales propiedades del metal.
Características principales
Es un metal blanco-opaco con un ligero tinte dorado, casi inapreciable. En ésto se parece al Iridio. Se puede pulir con facilidad y tiene un tacto característico de los metales blandos, suave y agradable, sedoso. Físicamente lo tiene todo: es igual de duro que el Hierro (puro), muy tenaz y sin embargo, más dúctil y maleable que su “hermano”. La maleabilidad del Níquel es excelente, así como también su ductilidad. De hecho, es un metal que se puede considerar, pese a su dureza Mohs de 4, blando en más de un sentido, ya que deforma con facilidad. Esta característica, que a priori parece una lacra más que una ventaja, es de hecho muy beneficiosa, ya que los metales que de por sí son frágiles rara vez pueden alearse para conseguir tenacidad, mientras que los que son blandos de forma natural sí son endurecibles con facilidad.
El Níquel tiene una excelente resistencia al impacto, y aunque su punto de fusión es más bajo que el del Hierro, metal con el que se suele comparar en muchos aspectos, la resistencia no solamente a las altas y bajas temperaturas, si no también a los cambios bruscos de ésta es muy superior a la del Hierro y los Acero comunes. Igualmente, las aleaciones de Níquel superan en prácticamente todo a los mejores grados de Acero.
A diferencia del Hierro y la enorme mayoría de los Aceros, el Níquel no fragiliza a temperaturas bajo 0ºC, si no que de hecho permanece prácticamente igual de tenaz hasta el 0 absoluto (-173ºK). Otra diferencia con el Hierro es que no forma Carburos a ninguna temperatura, ni siquiera meta-estables. El precio del Níquel es alto, más que el Aluminio y rival directo del Cobre, con el que suele competir. Es correcto decir, porque así lo demuestra la historia, que en tiempos de guerra el precio del Níquel se dispara a tal punto que puede triplicar o cuadriplicar al del Cobre, ya que a diferencia de éste, el Níquel es indispensable para fabricar aleaciones de Acero más tenaces o directamente, súper-aleaciones usadas ante todo el aeronáutica y en sub-marinos.
El Níquel aparece muy frecuentemente en asociación con los metales del grupo del Platino (PGM), aunque no se le considera, debido a su alta reactividad, como un miembro del mismo, si bien, “extra-oficialmente” podría serlo. El Níquel mismo encabeza el grupo 10 de la Tabla Periódica donde se encuentran también el Paladio y el Platino, dos metales emblema de éste grupo (PGM). A propósito de ésto es importante destacar que, también a diferencia del Hierro, que se asemeja más al Cobalto y al Níquel propiamente dicho, el Níquel se asemeja al Hierro, al Cobre y también a los otros dos miembros de su grupo, el Paladio y el Platino.
Una de las mayores diferencias entre el Níquel y los metales del grupo del Platino, además de no ser noble o precioso, es que no encuentra uso como catalizador, cosa parece ser la regla en éste grupo no-oficial de elementos de la Tabla Periódica.
Extracción del metal
El Níquel es más fácil de extraer que el Hierro y el Cobalto, pero menos que el Cobre. Ésto es lógico si tienes en cuenta que conforme nos desplazamos a la derecha de la Tabla Periódica los elementos son cada vez menos reactivos y por ende pueden aislarse con relativa facilidad, manteniéndose en estado puro y sin llegar a corroerse durante más tiempo.
A diferencia, también del Hierro y el Cobre pero no del Cobalto, no existe un mineral que sobresalga entre todos los que se persiguen para obtener el Níquel. Esto significa que se obtiene de varios, y no de sólo uno o dos muy específicos. Es posible encontrar Níquel nativo, pero es muy raro y suele tener origen meteorítico en compañía del Hierro. La resistencia a la corrosión del Níquel es tan alta que es justo decir que se “quedó a las puertas” de ser lo mínimamente justa como para posibilitar la aparición de pepitas del metal en estado puro en la corteza terrestre, algo que sí pasa con el Cobre, que es químicamente más noble.
El mineral “en jefe” del Níquel es la Niquelina, también llamada Nicolita. Se trata del Arseniuro de Níquel, con fórmula simple de NiAS. No obstante, por lo general el Níquel aparece en minerales de composición más compleja, o bien formando parte de combinaciones con Hierro, Cobre o una mezcla de ambos. El Níquel también se obtiene como sub-producto de la explotación del Hierro y el Cobre, y en ocasiones más raras, del Cobalto, que a su vez también se encuentra en depósitos de Níquel.
El Níquel tiene preferencia por el Azufre por lo que sus minerales suelen ser sulfuros y no óxidos propiamente dichos. Los óxidos de Níquel son poco estables termodinámicamente, muy a diferencia de los de Hierro y los elementos que le preceden en número atómico, ejemplo: Hematita (Fe2O3), Escolaíta (Cr2O3), Rutilo (TiO2), et cétera. Los óxidos de Níquel no suelen aparecer en forma pura, o mejor dicho el metal no forma óxidos simples, y aunque en la clasificación de Goldschmidt el Níquel aparece como un Siderófilo, también podría considerarse, debido a su fuerte asociación con el Azufre, como un chalcófilo.
El Níquel se extrae mediante tostación de sus minerales en hornos de reverbero, es fácilmente reducible con coque y no necesita piedra caliza o ninguna de sus variantes de Carbonato de Calcio para evitar la formación de Carburos ya que no forma compuestos binarios con éste no-metal. Se puede obtener Níquel de alta pureza (99,99% o superior) mediante una ruta conocida como el “proceso Mond” que entrega el metal en forma de pelotitas (esferas) macizas que pueden coleccionarse.
Las cinco mayores reservas mundiales conocidas de Níquel están (en orden de mayor a menor) en Australia, Brasil, Rusia, Nueva Caledonia (colonia francesa) y Cuba. No obstante, los mayores productores son Filipinas, Rusia y Canadá. Como todos los metales, el Níquel es un elemento no-renovable e irremplazable, por lo que constituye un bien de naturaleza única en cada nación.
Resistencia a la corrosión
El Níquel es resistente a la corrosión en un rango relativamente amplio de factores. La mayor baza en éste apartado del Níquel, con mucha diferencia, es la resistencia extrema a los álcalis incluso fundidos. Ningún otro metal base (y algunos nobles y preciosos) resiste tan bien el ataque de éstos.
Es moderadamente resistente a los ácidos fuertes como el Clorhídrico y el Sulfúrico. El Nítrico lo ataca rápidamente. En contacto con Fluorhídrico forma una capa pasivadora que impide el ataque posterior: es uno de los pocos metales capaces de hacer esto.
La resistencia en agua dulce es óptima incluso por períodos prolongados de tiempo, y en menor medida, también en agua de mar. En combinación con el Cobre forma aleaciones especialmente resistentes a los medios salinos, a tal punto que las torres desalinizadoras se fabrican con una aleación de estos metales. Nuevamente, en el apartado de la resistencia química se asemeja más al Cobre que al Hierro.
El metal puro forma una capa de óxido pasivadora. Recién fundido presenta un aspecto metálico con ligero tinte dorado que se va opacando con el tiempo. El “color” del Níquel es inconfundible para un metalúrgico incluso a primera vista, y se puede percibir incluso en aleaciones como las de Acero Inoxidable, a tal punto que el Acero Inoxidable con Níquel sea distinguible y presente una tonalidad distinta a la más brillante, característica del Acero Inoxidable al Cromo y al Cromo – Molibdeno.
El metal no es inflamable en condiciones normales, pero arde si pulverizado o en hilos muy delgados en presencia de Oxígeno puro (no Oxígeno ambiental, como han dicho y repetido hasta la saciedad otras fuentes de forma errónea). Cuando el Níquel se corroe, forma manchitas de color verde “pátina” que recuerda a las del Cobre.
La resistencia general del Níquel al sudor, desgaste por sales, ácidos orgánicos, et cétera, es lo suficientemente alta como para poder ser usado en estado puro, aunque se prefiere la aleación con Cobre dado que tiene mejores propiedades mecánicas, es más barata (normalmente), no-magnética y más resistente a la corrosión.
Los medios altamente oxidantes, como los Halógenos puros (salvo el Flúor) y el ya mentado ácido Nítrico concentrado atacan vigorosamente al metal incluso en su forma masiva.
Miscelánea
¿Hasta qué punto es peligroso el Níquel?
Antes he dicho que el Níquel tiene mala reputación, cosa que pienso ayudar a limar con mi libro. El Níquel causa alergias, esto es cierto, pero sólo a algunas personas. Metales preciosos como la Plata o el Oro también causan alergias, aunque es más raro.
El Níquel es cancerígeno si se ingiere en grandes cantidades, esto también es cierto. Pero decir que es cancerígeno en grandes cantidades es exagerar lo que en realidad sería comerse el metal o sus sales a bocados, en lugar de meramente tener contacto con el. Lo que quiero decir es que es tan “cancerígeno” como cualquier otro elemento que grandes dosis, con la salvedad de que el Níquel no es orgánico ni juega ningún papel en éste terreno. Esto NO significa que sea tóxico (literalmente, no es un metal tóxico) ni mucho menos, venenoso. Está claro que si bebes un compuesto del metal como el Tetracarbonilo te matarás en pocos instantes, pero ésto se aplica al compuesto en sí, no al metal en estado puro. En ésto me recuerda al caso del Flúor, sólo que a la inversa. Supongo que no debería aclarar ésto tampoco, pero el Níquel no solamente no es radiactivo, si no que de hecho es uno de los elementos más resistentes a la radiación tanto por fusión como por fisión.
Quizás uno de los motivos que han impulsado la mala reputación del metal ha sido la bisutería sumamente barata y de imitación que mujeres y hombres (pero sobretodo mujeres usando pendientes) que al haber sido usada durante un tiempo prolongado han dado lugar a la aparición de erupciones típicas de la alergia. Pero también produce alergia el polvo y lleva con nosotros desde el principio de los tiempos. Más peligroso es, por ejemplo, estar expuesto al polvo de Sílica finamente dividido (que lleva a la silicosis) y sin embargo tiene menos prensa.
También se ha dicho que el Níquel es venenoso por lo que su uso en joyería ha de ser desestimado. Esto es falso. El Níquel presente en el Acero de joyería (bisutería en realidad) rara vez pasa del 10% pero incluso en esa cantidad es ineligible, ya que lo que toca la piel directamente es el óxido pasivo de Cromo, no el Níquel metálico puro. Ésto también se aplica a la joyería cada vez más famosa del Carburo de Wolframio (anillos principalmente). De la misma manera, los comerciantes de la joyería “trendy” o “new age” se aprovechan del miedo al Níquel del público, que suele pensar “por si acaso” y venden sus productos como “Nickel-free” (sin Níquel). Ésto tiene un respaldo para las personas que presenten alergia al metal, pero no tiene nada que ver, por ejemplo, cuando se fabrica una cañería/tubería industrial.
El problema aquí, como todo en la vida, es la falta de información o la información incompleta, que siempre se rellena con tremendismo.
El Níquel más peligroso es el de la bisutería de Cobre – Zinc, o lo que es lo mismo, la Alpaca “Plata Alemana”. Se fabrican imitaciones de Plata y de Oro con contenidos de Níquel que NO están protegidos por una capa de óxido de Cromo o de Cromo – Molibdeno y se venden a precio más barato y asequible. En el caso de las aleaciones con Cobre – Zinc – Níquel, no existe ningún elemento que forme una capa pasivadora lo suficientemente inerte, como sí lo hace el Cromo y otros metales similares, como el Titanio, ergo el Níquel sí puede salir desprendido en éstos casos y formar la alergia... aunque nadie morirá por eso.
Algo parecido ocurre con el “Oro blanco”: las aleaciones de Oro blanco de mayor calidad se fabrican con Níquel, pero con el pretexto de que es tóxico o no es noble fue reemplazado por el Paladio, un metal noble (inferior a la Plata, por cierto) que de por sí mismo es caro y forma parte de la familia del Níquel. Negocio redondo.
Ésto no ocurre, como ya he dicho (y culmino) con aleaciones de mayor calidad como las de AISI 316 y 316L (químicamente se comportan de forma idéntica), los Carburos de Wolframio o los todavía más modernos y recientes “anillos de Cobalto”, que no son de Cobalto, si no de una mezcla muy amplia donde el % de Cromo es altísimo e impide reaccionar al Níquel.
Si después de todo lo que he explicado sigues teniendo dudas, recuerda que por algo llamo a éstas aleaciones “bisutería” y me reservo la palabra “joyería” para la Plata y el Oro, y en menor medida Platino y Paladio.
Su substitución en los Aceros Austeníticos
El Níquel, metal clave en los Aceros Inoxidables, es llamativo por muchas razones. Aunque es el metal que más beneficia a la aleación gramo por gramo, también es uno de los más caros, y provoca alergias en algunas personas. Se ha intentado substituirlo durante muchas décadas por otras alternativas como el Manganeso, como ya he expuesto previamente, ya sea por cuestiones económicas o por cuestiones relativas a la salud del ser humano. En este breve epígrafe intentaré aclarar de una vez por todas la verdad acerca del aparente problema con el metal.
Economía
No es que el Níquel sea escaso, de hecho, es uno de los metales bases más comunes (más que el Cobre, por ejemplo), aún así, es caro. Debido a su polivalencia y utilidad, se considera un material estratégico. No está claramante a la par del Wolframio o el Tántalo en el sentido de su importancia como recurso militar, pero aún así, es fundamental. No en vano, los países en vías de convertirse en super-potencias (sino lo son ya) como China, Arabia Saudí, Qatar, Malasia, etc... lo compran a terceros países en donde es abundante para la consecuente fabricación de múltiples piezas metálicas que sin él, no serían posibles. Así de claro.
Aunque las reservas mundiales son enormes, el precio del metal es elevado, y por desgracia, sólo tiene un claro susbtituto entre los metales “normales”: el Manganeso. Te soprenderá saber que los metales del grupo del Platino Paladio, Rodio, Iridio y el Platino mismo incluido son capaces de fomentar la estructura gamma (Austenita) en el Acero, no obstante, estos extremos nunca han llegado a explorarse más allá del laboratorio. En cambio, sí se han intentado otras alternativas, como por ejemplo, desarrollar un Acero 100% Austenítico sólo con Manganeso que fuese igual de bueno que los fabricados a partir del Níquel. El problema con el Manganeso es que su efecto “gammágeno” es decir, su habilidad para retener la Austenita, es inferior a la del Níquel, por lo que hay que agregarlo en porcentajes muy altos, más aún si tenemos en cuenta la elevada presencia de Cromo y Molibdeno, que elevan el precio de la aleación final. Muchos son los países que han intentado desarrollar alternativas al Acero Austenítico típico (ejemplo: AISI 304) sin éxito en la mayoría de las ocasiones. Los Japoneses han conseguido un Acero “nitrogenado” que es 100% Austenítico y completamente libre de Níquel (Nickel Free). Sin embargo, el proceso de producción es extremadamente caro y dificultoso. Basta decir que debe conseguirse disolver Nitrógeno en la masa metálica, un gas inerte reacio a formar enlaces con el Hierro y los metales de su tipo. En Colombia, la producción de un Acero Inoxidable sin Níquel ha sido posible debido a la abundante presencia de Manganeso. Desde aquí, mis felicitaciones a los muchachos de la Universidad de Colombia que lograron crear el Acero alternativo Fermanganal, llamado así por su composición química: Fer- Ferrum (Hierro) Manga- Manganeso Al- Aluminio.
Cuestiones de sanidad
Aunque el Níquel no es venenoso o tóxico, puede causar alergias. Se conoce la alergia al Níquel desde hace al menos cien años, o incluso más. Se debe a la formación del Sulfato superficial del metal en la pieza en cuestión. Hay que recordar que el Níquel NO forma óxidos como los metales Escandio, Titanio, Wolframio, Cromo etc... sino que se asemeja más al Cobre en este sentido, formando Carbonatos complejos, y también Sulfatos/uros. Una característica típica de la corrosión en el Níquel es que produce manchas verdes que varían entre el verde “Aguamarina” y el verde intenso en algunas aleaciones con Cobre que hayan sido expuestas a soluciones que contengan el ion S, es decir, Azufre. Estas sales son ligeramente tóxicas, pero en ningún caso “venenosas” o “mortales” como se ha llegado a especular por parte de algunos autores. El peligro al respecto de la corrosión en el Níquel sólo concierne a las aleaciones de éste con otro metal no pasivo como el Hierro o el Cobre. El Níquel en los Aceros Inoxidables no es peligroso por una sencilla razón: la capa protectora de Trióxido de Cromo impide la reacción del Níquel con el cuerpo humano. Sólamente cuando los iones (átomos cargados eléctricamente) de Níquel se “desprenden” de la masa metálica existe un peligro real, pero incluso así, es muy leve.
Con respecto a la llamada alergia del Níquel (llamada “sarna del Níquel”) expondré que sólo afecta a determinadas personas que presentan alergia al metal, incluso sin corroer.
En cambio, no existe peligro alguno en los aceros Austeníticos de calidad. De lo contrario, ninguna persona alérgica al Níquel podría ponerse un anillo de AISI 316L, lo cual es sencillamente imposible, dado que es el único grado usado en joyería para la fabricación de este tipo de joyas, y reto a cualquier metalúrgico, profesional o amateur, a rebatir la solidez de mi declaración.
Claro que, no es lo mismo llevar un anillo en el dedo a llevarlo como implante dentro en el cuerpo. Se prefiere en el segundo caso otras alternativas más “bio-compatibles” como las aleaciones Cobalto – Cromo o el Titanio. En cualquier caso, la responsabilidad de la no-agresividad del metal de cara a la salud del que lo usa sobre su cuerpo depende de la protección de la capa de Óxido de Cromo previamente citada.